Es casi inevitable que se me arrugue el corazón a pedacitos
Es casi inevitable
Es casi inevitable enredarme la cabeza pensando en tu silencio
Es casi inevitable
Es casi inevitable dormir por las noches sin que camines por mi mente
Es...
¡Ah! tal vez no es solo "casi"...
Bueno.
Hoy iba a hablar de lo feliz que soy por ratos mientras estoy ocupada y tratando de hacerle la vida más llevadera (y a veces más nefasta) a mis estudiantes. También iba a hablar de lo feliz que soy en los instantes en que mi mente no piensa, sino que solo actúo. ¡Que angustiada me siento! y al tiempo ¡cuán feliz!...tu recuerdo no vaga...se va de vacaciones...se va para el Caribe o para Timboktu.
Y cuando tu recuerdo llega de sus vacaciones, empiezo otra vez a verlo caminar por las playas vacías de mi mente. Camina por las arenas y los relojes, camina por los escritos y las canciones...camina y camina...camina, se detiene, me mira, me hace un gesto de victoria...y luego vuelve y se va. Todo hace parte de esas cadenas mentales.
Esas cadenas mentales. Esas malditas cadenas mentales...del tipo: "veo una tienda donde venden empanadas"..."a él le gustaban las empanadas"..."cuando era el día tal, comiamos empanadas"..."ahora no está aquí"..."ahora no hay empanadas, no hay él...no hay nada"
"Tengo que hacer un texto sobre Kant"..."Él detestaba a Kant"..."¿qué sabría Kant del amor?"..."Así en el fondo estuviese de acuerdo con lo que dice Kant, él estaría dispuesto a contradecirlo"..."Pero ahora no está, para contradecirlo"..."Ahora no hay Kant, no hay él...no hay nada"
"Esa canción...qué buena esa canción" (¿y para qué sigo dando ejemplos si ya sabemos lo que pasa con las canciones?)
Por eso hoy, Domingo 31 de Agosto de 2008 maldigo de nuevo a las cadenas mentales...porque no hay ideas, no hay él...no hay nada.
Es casi inevitable
Es casi inevitable enredarme la cabeza pensando en tu silencio
Es casi inevitable
Es casi inevitable dormir por las noches sin que camines por mi mente
Es...
¡Ah! tal vez no es solo "casi"...
Bueno.
Hoy iba a hablar de lo feliz que soy por ratos mientras estoy ocupada y tratando de hacerle la vida más llevadera (y a veces más nefasta) a mis estudiantes. También iba a hablar de lo feliz que soy en los instantes en que mi mente no piensa, sino que solo actúo. ¡Que angustiada me siento! y al tiempo ¡cuán feliz!...tu recuerdo no vaga...se va de vacaciones...se va para el Caribe o para Timboktu.
Y cuando tu recuerdo llega de sus vacaciones, empiezo otra vez a verlo caminar por las playas vacías de mi mente. Camina por las arenas y los relojes, camina por los escritos y las canciones...camina y camina...camina, se detiene, me mira, me hace un gesto de victoria...y luego vuelve y se va. Todo hace parte de esas cadenas mentales.
Esas cadenas mentales. Esas malditas cadenas mentales...del tipo: "veo una tienda donde venden empanadas"..."a él le gustaban las empanadas"..."cuando era el día tal, comiamos empanadas"..."ahora no está aquí"..."ahora no hay empanadas, no hay él...no hay nada"
"Tengo que hacer un texto sobre Kant"..."Él detestaba a Kant"..."¿qué sabría Kant del amor?"..."Así en el fondo estuviese de acuerdo con lo que dice Kant, él estaría dispuesto a contradecirlo"..."Pero ahora no está, para contradecirlo"..."Ahora no hay Kant, no hay él...no hay nada"
"Esa canción...qué buena esa canción" (¿y para qué sigo dando ejemplos si ya sabemos lo que pasa con las canciones?)
Por eso hoy, Domingo 31 de Agosto de 2008 maldigo de nuevo a las cadenas mentales...porque no hay ideas, no hay él...no hay nada.
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