martes, 22 de julio de 2014

En esta esquina: Juan Valdez y Oma… y en esta otra...



Después de oír la noticia de que la cadena de cafés Starbucks venía al país, la "cineasta" que llevo dentro creó dos escenarios opuestos con algunas posibilidades:

Por un lado, la escena trágica, en la que, al mejor estilo de la crisis del 29, el pez grande se come al chiquito, y Adam Smith se revuelca en su tumba mientras se desploma la economía colombiana de manera exorbitante.

Mi segundo escenario, basado en las estadísticas de James y la "paja" (léase bobadas) que muchos colombianos hablamos a diario, consistiría en un exagerado, pero bien fundamentado nacionalismo arraigado del que se beneficiarían las dos grandes cadenas de café locales: Oma y Juan Valdez.

¡Tacho! (que en algunas partes de Colombia significa "Esperen").

Escribo todo esto mientras me tomo una taza de café mocca y un croissant que, con impuestos incluidos, me costó 5000 pesos (más o menos 2,5 dólares) en la tienda Juan Valdez del centro comercial Hacienda Santa Bárbara en Bogotá.

Hago esta aclaración para "que no se note" en cuál escenario tengo todas mis esperanzas puestas, pero espero que la travesía por la que pasé para llegar a este punto le dé una idea al lector de si estamos o no preparados para este competidor.

Reto 1:
Buscar un sitio dónde tomar café en diez cuadras a la redonda.

Reto aceptado: dos cafés Oma, un Burger King, un Dunkin' Donuts, un Juan Valdez y muchas cafeterías de barrio. Tengamos en cuenta que, de plano, ya eliminé a Starbucks. Solo competirá lo que ya lleva algún tiempo aquí en Colombia.

Reto 2:
Como mi prioridad como usuaria es trabajar, necesito tres cosas:
1. Que en ese café me pueda estar todo el tiempo que quiera sin que la gente me mire mal o algún empleado me haga caras raras.

2. Como la batería de mi celular va a morir —lo cual implica que no voy a tener internet—, espero que ese sitio tenga internet inalámbrico. Descartadas de plano las cafeterías pequeñas.

3. La batería de mi portátil dura "un nanosegundo". Descartados los sitios donde no hay tomacorriente.

Y ¡taráááán! Para mi siguiente truco, ya descarté el Burger King y los dos café Oma.

¿Por qué Oma no?
Bueno, no solo me ignoraron completamente cuando entré mirando cada pared, sino que nunca me preguntaron qué estaba buscando o qué deseaba. Mejor dicho: ni me miraron. Es una pena que las cómodas sillas no fueron suficientes. Tal vez no soy el tipo de cliente que ellos buscan. Tal vez buscan gente que quiera ir a tomarse un café y conversar. Tal vez están pensando en gente mayor que yo y más intelectual. Y eso no está mal, ni más faltaba. De hecho, en algunos puntos de venta organizan eventos espectaculares como charlas gratuitas de arquitectura y cosas por el estilo… Lo entiendo pero, aunque me encanta ese plan, la respuesta es simple: ustedes están muy ocupados para mí, mi dinero está muy ocupado para ustedes.

Dicho sea de paso que lo pensé antes de irme. Grité mentalmente para que no me dejaran ir. En realidad quería comprarles… Me parece incluso que Oma estuvo aquí primero y merece respeto por marca, tradición y porque incentiva a que la gente lea (todavía). Así que decidí darle otro chance: después de todo, los genios del marketing dicen que uno puede competir por calidad o por precio. Y bueno, ellos tienen, a mi juicio de humana promedio, el mejor granizado y a un precio menor que el de Juan Valdez (si no estoy mal, allá tiene otro nombre. Los expertos dirán lo contrario, pero para mí es lo mismo). Pudo más la experiencia de usuario: un buen producto no sirve de nada si no viene acompañado de un buen servicio. Es una lástima que recordaré que fui ignorada y no que me hicieron sentir especial. Es una bobada, pero en el fondo todo cliente quiere sentirse especial… y si no, pregúntenle a los de Juan Valdez de Bulevar que el año pasado me hicieron el favor de hacerles corazoncitos a mis papás en el café para su aniversario.

Parece que les estuviera haciendo un publirreportaje. Pero no. No soy accionista de Juan Valdez ni me han pagado por esto… ¡Jum! Ojalá.

El caso es que ganó Juan Valdez. Pero no crean que ganó por ser el mejor. Ganó porque no había más.

Llegué. Hice la fila. La administradora estaba hablando por teléfono. Otro de los señores, aunque ocupado, me dijo que ya me atendía (lo cual me parece bien). Pidió mi orden. Me preguntó si tenía puntos. Me entregó el pedido y me llamó por mi nombre (detalle sencillo, pero que a muchos clientes les puede gustar). Fin.

Reto 3:
Sentarme a trabajar.

Quizá el reto más complicado, para el que el competidor extranjero —dicen— sí está listo. ¿Juan Valdez lo está? Veamos si esto lo ilustra:

Para empezar hay solo dos espacios en el mismo tomacorriente, de los cuales uno ya estaba ocupado… y son del centro comercial. No sé si en todas los Juan Valdez es así… no me he fijado, la verdad, pero no creo que hayan más de cinco. Ignoro cuántos hay en Starbucks (y por ahora no me importa mucho).

Sigamos. Típico frío Bogotano de once de la mañana: Juan Valdez, tetiado (o sea, repleto, lleno, con mucha gente).
Croissant en mano, mocca en la otra. Miro para un lado, miro para el otro y termino sentándome en una roca. Sí, una roca que sirve de matera y cuya superficie es tan irregular que casi se me riega el café.

Conecto el computador. Quedo de espaldas al señor que ocupa el otro espacio en el tomacorriente y que está sentado en una mesa con tres puestos desocupados; obviamente no me ve. Frente a mí hay otro que sí me ve, que no tiene un computador y al que simplemente no se le da la gana moverse. Bueno, lamentablemente para mí, está en su derecho de sentarse donde quiera. Un minutos de silencio por la amabilidad de algunos personajes…

Empieza a llover. A pesar de haber sombrillas, el portátil se me moja un poco.

- "¡Ah, preciso!"

En eso, el hombre del computador se percata de mi presencia y me pregunta si quiero compartir la mesa. Agradezco el detalle y me siento con él. Es un espacio muy pequeño para dos portátiles, mi celular cargándose, los cafés de ambos y las maletas de cada uno. ¿Desagradecida? Obvio que no. El señor me ayudó, no TENÍA por qué hacerlo, chévere que aún quede gente así…

Ahora, no es que Juan Valdez TENGA que atenderme mejor, ni ponerme una mesa más grande, ni brindarme un servicio mejor porque yo soy yo… Desconozco las experiencias de otros usuarios, ¡es más!, me encantaría conocerlas… Es simplemente que creo que —después de pasar por tres retos para tomarme un café— concluyo, desde mi humilde experiencia que, si quiere conservar su puesto como líder, es muy probable que esta tienda TENGA que adaptarse a las necesidades del mercado (sin que esto signifique que todo el mercado son personas como yo, pero bueno, "a nadie se le descarga el celular ahora, ¿cierto?").

PD: El Dunkin' Donuts quedó descartado porque su café no me mata y sus precios son absurdos, dejémoslos haciendo las donas de siempre que, además, son deliciosas. A mi juicio su porción de mercado es tan pequeña que no son competencia para Starbucks.

¡Ah, sí! Aun así, creo que los hubiera preferido. Porque, como en Juan Valdez nunca funcionó el internet, me tocó ponerme a escribir esta entrada en Word en vez de trabajar en lo que sí me da para comprarles de nuevo otro café. Pero no puedo culparlos por eso, ¿o sí?      ;)

lunes, 14 de julio de 2014

Once cosas que me hubiera gustado saber antes: la sabiduría de internet


He aquí algunas frases que vine a leer años después de necesitarlas, otras que me hubiera gustado que me dijeran y otras que me repito a diario...

1. Niña, váyase de viaje. 

Cuando tenga las tetas caídas y esté calva y sin dientes... quizás ya no va a poder.

 


2. Oiga, no trate como prioridad a quien la trata como opción.

Y, en lo posible, no trate como opción a quien la trata como prioridad. Ponga el freno de mano a tiempo, antes de que la gente la malinterprete.



3. Alimentarse bien es más barato que enfermarse... y la cerveza es más barata que ir al psicólogo.

Aún tengo que aprender esa lección.



4. Sufrir es más caro que estar tranquilo.

Y, como ya he dicho, no lo cubre la EPS.



5. La mejor forma de tener a alguien pensando en usted NO es ignorar a esa persona mientras se sigue pensando en ella.

Es ocuparse y que la ignorada venga por añadidura ;) Muajajajá...



6. El que no ha visto a Dios, cuando lo ve, se asusta.



7. Ignorar algo no va a hacer que desaparezca... a menos que seas Facebook.

Se llama "Etapa de negación" y la mayoría la sufrimos el 70 % del tiempo (Obviamente ese dato me lo inventé para hacer más "serio" este artículo). 



8. "Tengo 99 problemas y 86 de ellos son escenarios completamente inventados en mi mente por los cuales me estreso sin razón alguna".

En realidad hay menos cosas de qué preocuparme de las que sí existen. De niña me estresaba por el coco, hoy me estreso por la ex del man que me gusta... a la cual, por cierto, jamás he visto... Conclusión: ¡La ex del man que me gusta es el coco!


9. El doble chulo no la va a ayudar.

Cuando necesite estar segura de que la otra persona recibió el mensaje, use Facebook o las notas de voz de Whatsapp. Es preferible saber que la dejan en "visto" o ver que el color del micrófono cambió de gris a azul y no matarse la cabeza pensando si sí se enteraron de lo que usted quiso decir.



10. Si no es rentable, no lo hago. Y si lo quiere rápido, le vale más.

Suena orgulloso, sí. Pero las grandes empresas no se hicieron a punta de regalar el trabajo. Si me gasto más en buses de lo que me voy a ganar, será mejor que sea algo que me apasione demasiado... ¡¿o será que ellos harían algo gratis por mí?!


11. Si no generas recordación tú, así seas la protagonista, se acordarán más de la bruja de la novela.


lunes, 7 de julio de 2014

Gracias, pero no gracias. Señales de que te quiere como amigo.


Redundaré a propósito:

Hay dos tipos de tipos: los que uno besaría (al menos potencialmente) y los que uno no besaría. Simple.


 N

El problema está en que a veces en el diagrama de Venn que uno dibujó mentalmente se tiende a crear una intersección entre el conjunto "S" (de sí) y el conjunto "N" (de Ni por el p*)... y ahí es cuando una mariposa comienza a batir sus alas al otro lado del mundo y se crea un caos propio de la tercera guerra mundial.

Y es que a ver. Uno tiene claro quién va en qué conjunto. ¡El problema es que los tipos no!

Todos juran que van en el conjunto "S". Todos se están convencidos de que son divinos porque tienen la "mayor" evidencia de que lo son: sus mamás se los dijeron. Pero en serio, aparte de los "likes" en Facebook, ¿tienen otra prueba contundente de que esa mujer... ESA MUJER... se siente atraída por ustedes?

¡Ninguna!


Por eso he creado este manual para que los hombres sepan identificar, ojalá a tiempo, si la mujer en cuestión los quiere como amigos. Soy una desgraciada por utilizar esas técnicas, lo sé. Pero créanme, en la mayoría de las ocasiones, los confundidos serán ustedes. Nosotras sonreímos porque somos felices, no porque les estemos coqueteando a toda hora. Así que, sin más preámbulos, siéntanse libres de identificar con cuál de estas infalibles técnicas los han mandado a la zona de amigos alguna vez:

1. La palabra "Marica".

No todas la usamos. A otras simplemente se nos sale... y otras hemos tenido que aprender a usarla. La regla general (salvo muuuuy pocas excepciones) es: Si una mujer se refiere a ti más de tres veces con esa palabra, estás en el conjunto "N". La primera vez quizás se le salió, la segunda se pegó en el dedito chiquito del pie...y a la tercera, tienes tetas.

Por cierto, el hecho de que no use esa palabra contigo, no significa que te puedas incluir directamente en el conjunto "S". Confiadito si no.

2. El comentario casual sobre el novio.
"Y entonces ese programa de televisión le encanta a mi novio".
"¿Y eso qué tiene que ver?"
(Nada, pero tenía que sacarlo por algún ladito. Bienvenido al conjunto "N").

3. Todos los hombres están en el conjunto "N" hasta que se demuestre lo contrario.
A menos que te llames Brad Pitt, James Rodríguez o sepas cocinar. Los que saben cocinar tienen un 30 % más de posibilidades de estar en el conjunto "S".

4. "Eres como un padre para mí".
La peor. Sentencia de muerte.
Si una mujer, cualquier mujer, incluso una que no te guste... dice que eres como un padre (también me la sé con tío) para ella... estás perdido. Cómprate un tiquete a Medellín o a cualquier ciudad en la que sean frecuentes las cirugías plásticas y mándate reconstruir el pene, porque automáticamente te castraron.

5. "Eres muy lindo, pero..."
(La variación es la reconocida "Te quiero como amigo").
Eso solamente significa que está tragada de un tipo que no le para bolas, que ese tipo NO ERES TÚ, que jamás serás TÚ... pero que a ti te puede llamar o mandar alguna bobada al Whatsapp cuando se le dé la gana. Felicitaciones. Estás en la intersección: los únicos besos que conseguirás de ella, serán en la mejilla. Con algo de suerte, podrás salir con ella algunas veces y siempre pagarás la cuenta. Ve ahorrando desde ahora porque, si sigues así, para cuando tengas 40, te verán como un papá.

¿Alguna otra?


PD: Igual, tranquilo. Hagas lo que hagas, nunca serás tan malo como Romeo Santos en esta canción... ¿o sí?

Tienen que verla... es per-ver-sa.



domingo, 1 de junio de 2014

El ocaso de la novela



«De alguna manera imagino que se abre la pasarela con luces y cada uno de estos seres se pasea y se presenta: cada uno con el traje, con el cuerpo que le tocó, usa el turno de la vida y cuenta su historia».

Tengo una discusión interna conmigo misma casi desde que tengo 20 años. En realidad la tengo desde que tenía 16, pero cada vez se hace más evidente. Al punto que no pude evitar escribir sobre ella mientras las tibias aguas del Atlántico me transportaban a Bahamas hace pocos días. 

¿Es necesario tener un gran final en la novela? ¿Es necesario que ese final exista antes de escribirla? Y, de ser así, ¿cómo llega ese final? 


¿Ese final ya existe cuando uno la empieza o, por el contrario, nos toma por sorpresa y nos apuñala por la espalda? ¿Tendría acaso sentido que uno ya supiera cómo va a acabar la historia o será más interesante no saber y dejarse sorprender por el destino? Destino. Maldita sea. <Enlace mental a mi caja de recuerdos propios sentada en una banca del museo de bellas artes de Montreal viendo este corto> ¿Será que podrá ser un acto irresponsable empezar una novela sin tener el final, como si se tratara de un arquitecto que no ha terminado el plano pero quiere comenzar a construir la casa? ¿No será que tengo una excusa perfecta en la cual refugiarme y no empezar?

Abro comillas y cito a la distancia: «¿Qué tipo de literatura necesita un pueblo que requiere una revolución urgente?». Cierro comillas del momento pasado y me pregunto en el actual: ¿Qué tipo de lectores necesita un pueblo que está condenado al fracaso? ¿Queda alguna esperanza en la literatura para que la gente despierte y cambie esa visión cerrada del mundo en la que todo es odio, miedo y catástrofe? ¿Qué puedo escribir yo que realmente haga la diferencia? ¿En serio se puede hacer la diferencia? ¿Es utópico pensar que podamos vivir en un lugar mejor en donde la gente aún lea?

Bueno, no.

No sé si soy demasiado optimista frente a la idea de una juventud lectora que pueda salvar al mundo de esta constante inopia mental... pero cuando veo que aún hay librerías, aún hay niños que se leen libros de considerable tamaño sin que nadie los esté obligando... cuando veo que hay gente dispuesta a leerse cualquier cosa porque sí, entonces me entra el desespero por conocer el final de la historia de este país. ¿Terminaremos bien? ¿Tendremos repentinamente un héroe que nos saque de esta ceguera blanca autoimpuesta? <enlace mental a esta peli basada en un libro> ¿O será que en el país de los ciegos el tuerto es rey? <Maldito Syntek y sus malditos videos geniales> Estúpido y sensual estado de negación en el que vivimos.

Es en serio. No hay nada más sensual que la negación... porque no hay idea que coquetee más con uno que aquella que es inverosímil. Por eso la locura no es suficiente. Se necesita la cordura para que uno pueda valorar la locura... Último enlace mental. Las cursivas son mías.

Elogio de la cordura (De un taller de guion de Gabriel García Márquez - Cómo se cuenta un cuento)

Gabo: ¿Quién fue el que llamó a la imaginación 'la loca de la casa'? Quienquiera que haya sido, sabía muy bien lo que estaba diciendo (...) La historia que va a filmar Socorro (una de las participantes del taller) podría remontarse a los orígenes de un pueblito colombiano típicamente colonial -algo así como Trinidad, aquí en Cuba (vida hp)-, con calles que corren paralelas al río. Es un lugar lleno de locos. Allí toda familia que se respete tiene su loquito y lo amarra a un árbol del patio, sobre todo cuando hay visitas. La imaginación trabaja sobre esos datos y a menudo se queda corta, como es natural. Porque la inventiva de la realidad no tiene límites. En cambio, las situaciones dramáticas se agotan rápidamente; no hay 36, sino tres grandes situaciones dramáticas: la Vida, el Amor y la Muerte. Todas las demás caben ahí.

domingo, 6 de abril de 2014

Sin anestesia: ¿El último macho alfa?

«Lo bueno es enemigo de lo perfecto», dijo ella mientras yo miraba hacia la luz enceguecedora con la boca abierta y la sensación de ahogamiento propia de los consultorios odontológicos.

Habíamos estado discutiendo el innegable hecho de que hoy en día la mujer dejó de ser la que escoge al hombre y que, más bien, ante tanta escasez de especímenes que valieran la pena, eran ellos los que tenían no una, sino dos o más opciones para ver con quién se quedaban: a qué mujer escogerían.

Entre el sonido de la fresa y la imposibilidad de respirar cómodamente, empecé a pensar que vivimos en una época triste.


«¡Mejor!», dirán muchos hombres. «¡Quedémonos con todas!» «¿Y si todas nos quieren, por qué no?».

Desde aquí puedo escuchar los 
«¿Tienes alguna idea de lo difícil que es encontrar una mujer que nos valore de verdad y con la que queramos tener sexo?».

(Pausa para explicar que la zona de amigas es tan grande hoy en día, que la aclaración sobre el sexo sí que viene al caso. Sí. Yo también me he lanzado a la zona de amigas para protegerme antes de que el tipo me mande allá. Sí. Yo también he mandado a los feos a la zona de amigos. Sí. Soy lo peor. Sí. Iré al infierno. Y sí. Tampoco me creo el cuento de la amistad genuina, pura y perfecta entre un hombre y una mujer solteros... pero ese es otro tema).

Me alegro por ustedes, chicos. En serio. Qué bien que ya no tengan que pagar todas las cuentas, ser los que inician siempre las conversaciones online o hacerse los que no pueden llorar. Todo eso me parece hasta aceptable. ¿Pero, saben qué? Tarde o temprano tendrán que escoger.


Y para su desgracia, y saben que así es, la mayoría de las veces escogerán a la persona que no los trate bien. Lo sé porque, desde que sus madres les negaron el pecho, empezaron a creer que el rechazo era sinónimo de amor. Lo sé porque, entre otras cosas, es el patrón de comportamiento con el que tengo que lidiar en esta vida: no saber decir sí (unas veces porque me da pereza correr detrás del tipo, otras por mi excesivo orgullo y otras porque cuando me gusta mucho alguien me vuelvo bipolar y termino diciendo que no, tal vez para probarme un punto y es que no estoy para cobardes que huyen la primera vez que los ignoro... Después sufro y digo que soy una inmadura por ponerle trampas inexistentes al amor... y luego me acepto como inmadura emocionalmente, para volver a mi constante y aburrida vida en la que sueño que los tipos me adoran y no pueden vivir sin mí. Pero shhhh).

Pero, para mi desgracia, parece que que hay algo aún más atrayente que la palabra «No» y es no hacer nada.

Volviendo a mi interesante vida, (Ouch! la fresa me acaba de tocar un nervio)  cada cierto tiempo aparecen los tipos extrovertidos vestigios de los últimos alfa, detrás de los cuales yo no hago fila (como S, como C, como J, como T, como F...) que un día me ven feliz haciendo nada y no pueden resistir la tentación de tirarme migajas a ver cómo reacciono. 

Siempre es lo mismo. Uno está tranquilo y «les pica»En mi caso este modus operandi masculino es casi como una materia que no he entendido y que siempre me toca repetir con diferente profesor... El problema es que, una vez que mata el tigre, el profe se asusta con el cuero porque yo termino respondiendo con sarcasmo y pocos hombres hoy en día saben cómo lidiar con una alfa.


Y entonces uno quisiera cometer el peor suicidio emocional de todos: mirarlo a los ojos, gritar 
«¡Jerónimoooooooo!» mentalmente y decirle:

«¿Sabes qué? Cero y van dos (o mil) veces que tienes la oportunidad de elegirme y no lo haces».

O incluso algo un poco menos sangriento como lo que acabo de leer por ahí:

«"Solo quiero a alguien que nunca deje de elegirme". Si sigues eligiendo a las mujeres que crees que podrás dominar, terminarás siendo tú el lastimado, especialmente si son del tipo Sprite, maestras del disfraz de solapadas».

Pero eso nunca pasa.

Está bien. Acepto que mis fracasos sentimentales se deben a que no puedo fingir ser una mujer común y muestro muy pronto lo alfa que soy. Entonces tengo que quedarme con los beta que tienen cero iniciativa (vuelve y suena la fresa de fondo) o esperar a que llegue un alfa con dos dedos de frente y que no se asuste porque me falta la muela del juicio... y esperemos que pueda tolerar sus defectos porque «De lo bueno, bueno... no dan tanto» o en otras palabras, «Lo bueno es enemigo de lo perfecto».

lunes, 15 de julio de 2013

La distancia

«Como esa vez que me enamoré perdidamente de un ilustrador portugués o esa vez que nunca tuve nada con él porque escogí vivir en el silencio».

Extractos del diario mental




De repente me paro en una esquina a pensar y lo veo. Luego camino siguiendo un ritmo absurdo que dicta mi conciencia. Hay destellos regados por el mundo de todos mis fantasmas. Todos van como almas en pena, todos. La lista es larga... y es a la vez tan corta. Es mejor creer que en realidad son muchos para vivir en un eterno caleidoscopio de amores. La verdad es que no alcanzan a contarse con los dedos de la mano... porque todos se repiten... y con ninguno pasa nada. Son de cera maciza. Están hechos para ser recordados y si no fuera porque todos se ríen de las mismas cosas y van a los mismos lugares y aman las mismas cosas... ya los habría olvidado.

Pondré en mi lista de tareas una nota que diga: «Favor tomar distancia de los amores caleidoscópicos»

¿Por qué sigo atrayéndolos? ¿Por qué nacen espejos de los espejos y sombras de las sombras?

¿No es suficiente acaso sobrevivir en una época bastarda en la que la gente ya no se ama, ya no se manda cartas... el siglo del «ya no»?

Los fantasmas no me pesan, se han hecho cada vez más ligeros y transparentes. Tal vez lo que sí extraño es estar llevada. Tal vez quisiera volver a tener la jovialidad de aquellos años en que podíamos hacer locuras por amor. No recuerdo cuándo fue la última vez que de verdad alguien fue creativo y pensó en alguna forma distinta de quererme. No sé si fue cuando el Fulano intentó tocar una canción de Soda o de Coldplay... ya no lo recuerdo. No sé si fue cuando el Mengano pidió rebaja en una tienda diciéndole a la chica del turno que yo era su novia (aunque no eramos nada) y que deseaba comprarme ese vestido. O tal vez cuando Chris le pidió mi teléfono a nuestra amiga en común durante una semana para ver si podía invitarme a salir. Se ha perdido un poco de la magia. No sé si es porque voy buscando tal vez entre los restos y los huesos las hojas muertas de los amores que nunca fueron o de los que fueron y ya no serán. Tal vez. Tal vez es que me he acostumbrado a una vida plana para sentir que cualquier cosa puede ser aventura. Si no nos pasa nada, ir a la tienda se vuelve una aventura. Escritos perdedores y este. Vana. La vida no puede ser más vana. Me la paso evadiendo las miradas de los extraños... poniendo una barrera hecha de miedos y evasiones. ¿Y quién no? ¿No estamos todos un poco locos? ¿No somos todos producto del sueño de algún loco poeta?

La vida se escapó por la ventana y cerró la puerta. 

¿En qué momento me dejó encerrada con este arrume de recuerdos, de distancias, de gente con afanes, de caos y de números que no puedo contar?

Y uno piensa que alguien en el exterior tiene que abrir la puerta. No. La puerta se abre desde adentro. Solo que a veces es más fácil dejarla con candado.

lunes, 1 de julio de 2013

Adiós, Hebe...


La semana pasada una buena amiga mía se hizo la lipo, mi roommate consiguió un perro y, en el velorio en el que estuve hace un par de días, los temas principales fueron enfermedades y deudas. No. Eso no es lo peor. La prueba reina de que me estoy volviendo una viejita energúmena (en su segunda acepción, por supuesto) consiste nada menos y nada más en el hecho innegable de que este año no fui a Rock al parque.

Llegaron los 30 señores. Adiós bellos días frívolos... adiós... 

Y lo peor es que no nos dimos cuenta a qué horas.

¿En qué momento la vida se convirtió en una constante lucha contra el día a día? ¿En qué momento nos dejamos arrastrar por las responsabilidades? ¿o será que siempre han estado allí y hasta ahora las vemos con la suficiente claridad? ¿Será que soy como la señora boba que ilustra Antonio Caballero?

(Hacía mucho tiempo quería subir este magnífico prólogo del libro «Este país»... ahora esperemos que se vea).




(Suspiro)
Dudo que sea la única que se pregunta cómo hacíamos antes para pagar fotocopias, buses... atravesarnos la ciudad solo para dar una clase de veinte mil pesos y aún así nos alcanzaba para tomarnos una que otra pola en el bar más cercano a la universidad o incluso dentro de nuestra adorada madre nutricia.

Todo esto para decirles que me faltan cuatro años para llegar al tercer piso y, sin embargo, parece que he tenido treinta desde que tengo veinticinco... al menos fue mi pequeño descubrimiento después de leer un artículo del Malpensante en el blog de Susana y Elvira. Disfruten, mientras pueden.

miércoles, 19 de junio de 2013

Espejos

We all wanna be big, big stars... but we got different reasons for that.
Mr. Jones -  Counting Crows


- C es un tipo que he visto, por mucho, dos veces en mi vida. ¿Su misión? Completamente desconocida.

- Tú no crees en casualidades. Sabes en el fondo por qué te lo tenías que encontrar en el camino. Somos los espejos del interior de otros.

- Creo que no puedo entenderlo.

-Te ves en mí... Veo en ti lo que quiero ser, lo que podría aprender y lo que más temo de mí misma.

- Mirrors.

- El temor a perder... el miedo de que hoy estés y mañana... solo caminar por los espejos de la mente.

- ¿Por eso me asusté?

- Quizás.

- ¿Qué viste cuando lo conociste?

- Vi la independencia, la libertad que quería tener. Me sentía dueña de mí misma. Sentía que no importaba nada. Todo era ganancia.

- Encendió las luces y vi lo que quería para mí misma... pero años después, cuando me preguntó si lo había conseguido. Mis respuestas fueron vagas, ya no me sentía capaz de recuperar aquella visión. Tal vez el mundo está lleno de tutores y estudiantes. Tal vez su misión es similar a la de un tutor y yo soy una especie de alumna de mí misma.

- No se dice alumna, Clara. Se dice estudiante. Alumno significa sin luz.

- Lo sé, Clara. Por eso siento que por ratos soy alumna de mí misma.

- Uno es alumno de sí mismo y estudiante de los demás.

- Para ser mi yo superior, eres una genio.

- Nunca tendrás una mejor.

- Si tan solo pudieras sentirte así dentro de ti misma. Si tan solo pudieras sentirte perfecta...

- Los humanos somos realmente raros. Podríamos ser la luz al final del túnel de otros y ni siquiera saberlo...

- Pareciera entonces que tu misión en esta vida es reparar los corazones rotos.

We're someone else's Gatsby.

- Exacto. Somos siempre el Gatsby de alguien más... Por eso me confundí cuando C reapareció de la nada. Pensé que era él el que necesitaba algún tipo de ayuda. Generalmente la gente entra en mi vida para que yo aprenda algo mientras le ayudo en las cuestiones emocionales. Una vez terminada la misión, salen de mi vida. Así funciona. Soy como un relojero. Examino la pieza, cambio las pilas y con sumo cuidado vuelvo a poner todo en orden... o al menos lo intento. No vinimos aquí en vano. Pero de vez en cuando es mi reloj el que se detiene.

*** Estos apuntes son del blog de David R. Patterson 

- Y se me olvidó que era yo la que había hecho esa llamada. Llamé para que repararan mi reloj.

- ¿Te confundiste?

- La confusión empezó con esa lista tonta de deseos.

- Esa misma que decía lo que yo quería... en otros.

- Y luego, dos días después, el maestro volvió a preguntarme la lección y hacerme un quiz para el cual no había estudiado.

- Es como haber terminado una maestría y que, luego de dos años, te pregunten algo en la sustentación y no sepas cómo responder sobre tu propia tesis.

- ¿Y ahora?

- Ahora cuando tengo las respuestas, cuando volví a tener mi tiempo para mí, a ser independiente y tener mis propios clientes, ya no importa... el profesor ha salido por la puerta y te quedaste con el examen en la mano. Su lección más importante es que el conocimiento es para ti, no para probarle nada a él ni a nadie.

- Es complicado.

- Aún no entiendo por qué sigo recordando esto si es un extraño, no lo veo hace mucho y no estoy enamorada de él.

- Pero te gusta.

- Mmmm sí, pues... a ver. No me puedo mentir a mí misma. No me parece feo... pero ya... no puedo amar lo que no conozco... por eso también creo que me asusté... y porque además yo no sentí que le gustara... entonces él mismo se mandó a la zona de amigos y yo no tengo problema alguno con que se quede ahí.

- ¿Entonces por qué a veces camina por tu mente?

- Eso es lo que quiero saber. Por eso estamos teniendo esta conversación. No está a un grado de separación, está más lejos que eso. ¿Por qué navega aún en la inmensa sutileza del mar de los extraños?

- Ninguna de las dos lo sabemos.

- ¿Es porque me siento culpable? ¿Es porque una parte de mí siente que él me hizo mirarme al espejo y yo no he podido ayudarle en nada? ¿Es porque soy caprichosa? ¿Es porque mi ego no acepta que yo no le gusté? ¿Es porque me cae bien y ya? ¿Es porque es una buena persona? ¿Es porque es casi un reto meterme en su vida? No tengo nada en común con ese extraño. Es como querer volverse la mejor amiga del señor de la tienda... ¿para qué?

- Mientras alguien siga en tu vida, así sea mentalmente, hay un para qué.

- No es un ex, no es un amor no superado, no es mi mejor amigo, no es... no es prácticamente nada.

- Aunque tampoco es un desconocido.

- Es cierto.

- Te ve como una extraña y lo ves como un extraño.

- Es más fácil explicarle mi vida a los extraños. Los extraños no juzgan.

- Tal vez solo quieres cruzar el túnel en el tren de los extraños.

domingo, 26 de mayo de 2013

«Por fregar»


... Y así fue que empezó todo.
«Julián» me cuenta que ahora ya no es tan perro como antes. Ante el ejemplo que utiliza para mostrar la lealtad que tiene con su novia, no puedo disimular un «pfff». Una muchacha le hace la charla en el bus. Insinúa que quiere seguir en contacto y él le da su tarjeta.

Quizás para ese momento el gran logro del día era no haberle caído a la niña... lo cual es, en cierta manera loable. El tipo no podía quedar como un grosero... pero no contaba con la posición femenina.

«¡Y ese mismo día me escribió! O sea, ¿para qué me escribía?»

Traducción: «Está interesada, le gusté y aguantaba (punto para el macho alfa que llevo dentro)... pero es como intensita».

Puede que sí. Nunca lo sabremos.

Pero entonces le devolví la pregunta inmediatamente: «¿Cómo así? ¿Le diste tu teléfono y esperabas que no te contactara?»

En mi lógica, si una persona me da su teléfono, me está autorizando a contactarla... ¿o sino para qué carajos me lo da? ¿por fregar?

Igual, ¿qué podía hacer ella?

Si no lo contactaba en las siguientes 24 horas, lo más lógico es que el tipo se olvidara de su existencia. La entiendo. Me ha pasado... pero, como lo veo, la embarró en dos cosas:


1. No captó la señal de «No me interesas/Tengo pareja». A todos nos ha pasado o conocemos a alguien a quien le ha pasado. Error honesto.

2. Entendió la señal de la tarjeta como un coqueteo por parte del fulano... «Uy, me dio la tarjeta. Quiere que yo piense que es muy importante». 



Lo que ella entendió...


Obvio, conozco a Julián y sé que es muy probable que le entregara la tarjeta con toda la actitud de galán de vereda. Después de todo, la tentación del ego y la necesidad de aprobación de algunos hombres los llevan a comportarse (no es que todos lo sean, sino que se comportan) como unos idiotas para escuchar la vocecita interna que les dice: «Aún puedo levantarme una vieja y sigo joven»... y aplica para los casados, los ennoviados, los solteros y casi cualquier tipo que alguna vez haya sido rechazado por una mujer.

El problema comunicativo de aquellas señales mal interpretadas, al menos desde lo lingüístico, se hubiera podido resolver con una teoría tipo Deborah Tannen... Bastaba un «Si me necesitas para algo de _______ (inserte profesión), me avisas»... o más claro aún: «¿Y tú qué haces? ¿En serio? ¡La prima de la tía de la hermana de mi novia conoce a alguien que hace eso!» o cualquier cosa que traduzca: «No es que no seas linda, no es que sea un desgraciado... es que tengo novia, punto».

Fin de la historia.

¿Por qué no lo hizo?

Ahhhh... ¿pues por qué será?

Y ahí pasamos al otro punto: la eterna diferencia entre hombres y mujeres: ellos prometen llamar y no lo hacen. Nosotras sabemos qué se siente eso.

Todo sería más fácil si en vez de un «te llamo», simplemente cogieran el número, sonrieran y dijeran «vale, chaito». Uno como mujer simplemente pasa la página. ¡PERO NO!
Echar los perros «por fregar» (y si se lo pregunta claro que alguna vez lo he hecho, pero al menos no desde hace algunos años) debería tener cárcel o al menos una multa. Los coqueteos por satisfacer el ego son propios de personas inseguras que necesitan la aprobación de los demás. ¡Es más! ¡Que lo pongan en la urbanidad de Carreño porque va en contra de las buenas maneras y perjudica moralmente a la sociedad! ¡Y que llamen al procurador!

Por cierto, lo de Carreño y el procurador también es por fregar ;) 
Ahora sí en serio: también les pasa a muchos hombres, no sé si por inocencia o porque ven pero no quieren observar (Sí. Es un eufemismo). Las mujeres sensatas que conozco piensan cosas al estilo: «Si te doy al menos cinco minutos de mi atención es porque me caes bien y considero que mereces esa atención»... No van por ahí regalando su tiempo y pensamientos solo «por fregar» para despertar falsas ilusiones en los tipos en que no están interesadas.

Ouch!

Y ya que se tomó la molestia de leer, Hypocrite lecteur, — mon semblable, — mon frère!, responda solo «por fregar»:

¿Desde cuándo se nos volvió la diplomacia una vaga excusa para el ego?


PD: Decidí que la próxima vez que mande hacer tarjetas voy a sacar una edición así:


domingo, 19 de mayo de 2013

La «cosquillita»


La «cosquillita», las «maripositas en el estómago»... la tenia.

Esa rara sensación que se siente cuando a uno le atrae bastante una persona... A ver, señor lector: suspiremos juntos.



Pero, ¿de dónde viene exactamente esta sensación? ¿Es simplemente un impulso eléctrico que a unos los pone alerta y a otros nos paraliza? ¿Es acaso realmente la señal de que estamos enamorados? ¿Es la única y verdadera prueba de que uno quiere tener algo con el causante de sus cosquillitas?

Evidentemente no tengo la respuesta, pero examinemos las posibilidades...

1. Si fuera tan solo un impulso eléctrico, ¿qué nos estaría avisando? Si de algo estoy segura es de que nuestros sistemas de alarma biológicos son casi, casi infalibles. El cuerpo y la mente reaccionan siempre en formas inexplicables ante situaciones de amenaza. Como en el caso de la señora que arrancó la puerta de un carro para salvar a sus hijos después de un accidente. Ella se encontraba efectivamente en una situación de peligro y lo más probable es que su cerebro hubiese mandado un impulso a los músculos, pero... ¿y en el caso de las mariposas cuál sería el mensaje? ¿Acaso sería un «¡Cuidado! Sistema entrando en situación de vulnerabilidad» o quizás un «Alerta, alerta, usted está próximo a vivir una de las mejores experiencias de su vida»?

¡Es cierto! Para muchos la cosquillita representa sentirse débiles, cuando en realidad es el amor el poder que hace que nos sintamos las personas más fuertes del mundo, capaces de cualquier cosa. Para otros, vale más el vivir la experiencia, sin importar los resultados. Simplemente subir a la montaña rusa, independientemente de todo lo agradable o desagradable que pueda sentir durante el recorrido. Y para otros... es una mezcla de las dos sensaciones: vulnerabilidad y placer. 

2. ¿Entonces si no siento las cosquillas, no hay alerta de entrar en esa zona?
No lo sé. Tal vez sí es necesario sentirlas, lo que pasa es que a veces no las sentimos cuando creemos que debemos sentirlas o cuando asociamos el amor a las cosquillas. Las cosquillas NO SON el amor. Para mí, las cosquillas son el preludio de la atracción. Uno puede incluso sentir las cosquillas antes de entrar a un concierto de su amor platónico, pero no lo ama; le gusta, le atrae, que es distinto. Cuando uno está enamorado, mejora cosas automáticamente... cuando uno ama, automáticamente quiere que al otro le pasen las mejores cosas. Esa definitivamente no es la cosquilla... y tal vez es por eso que vivimos en el mundo de la confusión: algunas mujeres aún piensan que del sexo se pasa al amor («Si se lo doy, me va a querer») (Claro, si del sexo viniera el amor, no existirían ni las madres solteras ni las prostitutas) y no faltan los tipos que aún piensan que si nos dan tal cosa, las mujeres nos vamos a enamorar («Si le pago el celular, me va a querer»). Qué tristeza. Las cosquillas no tienen precio...

3. ¿Será que si mi corazón no se detiene al mirarlo a los ojos, lo debo mandar a la zona de amigos?

(Suspiro)

Posiblemente, sí. Pero no en todos los casos. En mi vida hubo alguna vez una excepción a la regla:

La primera vez que me vio, yo estaba parada en un escenario en 2006. Dudo mucho que él hubiese sentido la cosquilla, aunque tal vez un poco de novedad; no obstante, pasajera. No fue sino hasta casi cuatro años después que supe de su existencia. Cuando hablamos por primera vez, fui yo la que sentí una sensación inmediata de que el mundo podía ser un mejor lugar. Tanto fue así, que al rato me encontré con unos amigos que me preguntaron por qué estaba tan feliz y no pude explicarlo. Pero los días pasaban y él no demostraba interés. No veía una sola señal de su parte y aún así seguía insistiendo. Algunas amigas decían que no veían ni la más remota posibilidad... el tipo no me paraba bolas. No obstante, recuerdo estar sentada en el sofá de mi casa haciendo sinastrías y diciéndole a una de mis mejores amigas que el destino de aquel chico y el mío ya estaba escrito en las estrellas y que íbamos a tener algo. Tiempo después de cumplir un año de relación, le pregunté por qué nunca se había mostrado interesado al empezar a conocernos. Me dijo que yo le gustaba, pero que ni él mismo lo sabía. Aunque él y yo ya no estamos juntos, y es tan solo un recuerdo, aprendí que el amor no puede ser solo cosquillas. 

Desde luego, eso me pasó a mí... pero la otra cara de la moneda parece ser lo que sucede en nuestros días cada vez más frecuentemente: vivimos rodeados de seres que se atraen, creen que van a sentir algo y no luchan tampoco por sentirlo.

Ella le coquetea conscientemente a él, no le da una oportunidad de conocerlo, se obsesiona con otro y manda al primer personaje a la zona de amigos con la excusa de no sentir la cosquillita... pero le sigue coqueteando. Y ni hablar de los hombres que hacen exactamente lo mismo. Grave problema.

¿Serán seres poco dignos de conocer el amor verdadero (Sí. Es un eufemismo) o simplemente criaturas confundidas?

En estos asuntos nadie manda. Si uno sabe que va a dañar a alguien por no sentir las dichosas mariposas, mejor abstenerse de intentar algo... pero si uno no tiene la intención, ¿por qué negarse a vivir una experiencia de la cual aprender? Ahora, si sí las siente, pero por un tercero, que es lo que normalmente pasa (y la primera causa de envío a la zona de amigos, según mis estadísticas), lo mejor es agradecer y dejar que la otra persona pase la página.

Y en parte es que las películas, y una que otra novela, nos han hecho creer que el enamoramiento es siempre sublime... It's like people never fart! que las mujeres flotamos entre nubes y el cabello nos ondea con el sonido del viento, que los hombres cruzan la calle y el tiempo se detiene al estilo de Hollywood. Mi teoría es que (¡Ja! ¿teoría? ¡pfff!) los corazones se vuelven sublimes cuando permiten que el otro toque la puerta y entre, no cuando se meten a la nevera... pero si uno no toca, las puertas del cielo jamás se abrirán: «Hasta que no haya un "sí", todo es un no» o en otras palabras, si no hay espacio para las larvas, jamás podrán volar las mariposas.

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