Odio Japón. Lo odiaba antes de Brantix, lo odiaba antes de Ángela y lo odio más ahora. No tengo por qué odiarlo...la única razón por la que podría odiarlo es haber vivido allá en una vida pasada perteneciendo al régimen de los oprimidos...o quién sabe, tal vez viví en la China y escribía en Nushu...tal vez por eso tengo tanto miedo al yugo masculino y tal vez por eso tengo los pies extraños...
Tengo que aceptarlo. Brantix me ayudó a dejar de ser tan cerrada...me enseñó muchas cosas, me quitó otras...pero ya es etapa superada -Gracias a Dios y por el bien de ambos-. Justo cuando uno cree que se va a morir, renace de las cenizas, como el ave Fénix.
Ahora bien: respecto a Angie, la quiero mucho. Pero anoche casi la...¡uich! (...) Anoche me mostró mi espejo...y sinceramente, me gustó mucho lo que vi...aquí se los dejo:
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