lunes, 31 de enero de 2011

"Mamá, estoy triunfando"



“Mamá, estoy triunfando”
Una reflexión sobre lo noticiable
(Escrito para la clase de Teoría del Periodismo)


Me lo dijeron muy claro: «váyase a estudiar a una ciudad donde haya pocos latinos porque o sino ¿cómo va a practicar su inglés?». A decir verdad no sé por qué hice caso aunque no quiere decir que me arrepienta. Lo que jamás me imaginé fue que el concepto de ciudad fuera tan distinto. Para mí, hasta ese momento, ciudad significaba «sitio donde se consigue de todo las 24 horas y hay semáforos en cada esquina». Ciertamente no esperaba llegar a una «ciudad» donde todo se cerraba a las 8 de la noche, los centros comerciales eran casi vacíos y la gente hacía los trabajos de la universidad con dos semanas de anterioridad.

Muy lindo, sí. Muy tranquilo, también. Pero lo cierto es que allí nunca pasaba nada. Si hay un antónimo de Macondo, quizás se parezca mucho a este sitio, que aunque hermoso, me llenaba de cierta desesperación. Sin duda, lo que en principio tenía en mente, era distinto.

Recuerdo incluso una conversación muy inocente de mi parte con una profesora a la que le decía: «Profe, aquí no pasa nada. Me provoca como hacer sonar al menos la alarma contra incendios, sólo para que ocurra algo. Usted que es de Toronto, sabe cómo es eso, ¿verdad?» a lo que me respondió con un «No» rotundo «Yo soy de aquí». Quise preguntarle cómo una persona jovial e intelectual como ella aguantaba vivir in the middle of nowhere pero ya era tarde, ella ya me veía como una pirómana, xenófoba sin tema de conversación.

Semana tras semana mi desesperación se hacía más evidente. Al principio creí que era el no tener mucho qué hacer por ser invierno. Pero no, era la ausencia de noticias lo que me desesperaba, la falta de hechos, esa sensación de aburrimiento y el sentimiento de que la vida se vuelve rutinaria…sin historias, sin novedad. 

Un día llamé a mi casa y le dije algo como: «Mamá, ¡salí en el periódico! Entra al correo y miras la foto». Muy propio de lo que en Colombia es noticia, mi mamá me respondió: «Mija, ¿cómo así?, ¿usted a quién mató?».

Eso no sólo me mostró que todos los conceptos varían, sino que lo noticiable aquí es verdaderamente diferente de lo noticiable allá. ¿Será que aquí en Colombia tengo que matar a alguien para salir en prensa? ¿Será que hay una tendencia en Colombia de que lo negativo es noticia?

Las teorías de lo noticiable hablan de que lo novedoso, lo importante, lo grave y lo extraordinario son noticia. Pero en un pueblo donde nada ocurre, quizás «la corrida de un catre» se convierte en noticia. Tan pueblo era esa «ciudad», que enviaron un reportero del periódico local hasta la pista de hielo donde estábamos los estudiantes internacionales, para tomarnos una foto y preguntarnos de dónde veníamos. Claro, ni se molestaron en verificar si yo era de Colombia o de Columbia -aunque debo excusarlos porque para los anglófonos la pronunciación de ambas palabras es igual- y por consiguiente el pie de foto quedó tal cual.


Foto: The Leader Post, Feb 17, 2007

Francamente en esa época no vi qué tendría de rara nuestra visita pero hoy en día me pregunto si será que secreta o abiertamente, ¿todos queremos nuestros cinco minuticos de fama? ¿Por qué a los canadienses de aquella ciudad podría acaso interesarles que fuésemos a patinar en su ciudad? ¿Qué era lo relevante para la comunidad en el momento? ¿que viniera gente joven a su ciudad, dada la baja densidad de población canadiense? ¿que fuésemos extranjeros? ¿que no supiéramos patinar en el hielo y nos tocara hacer «el trencito»? y si así fuera, ¿por qué nos sacaban en la sección de deportes? ¿Tendría el periódico intereses religiosos en la IVCF, la comunidad cristiana que nos invitó a patinar no sé aún si con ánimo de convencernos de sus creencias o simplemente brindarnos un rato de sano esparcimiento? ¿Sería el reportero miembro de dicha comunidad y sería por eso que para él era noticia? ¿Sería importante para el lector local? Repito: el grado de noticiabilidad es diferente para cada comunidad y para cada individuo.

Tal vez esas preguntas ya poco importan. Es ahora, cuando veo en los diferentes medios las noticias que me parecen irrelevantes, que ya no me pregunto si habrá alguien en el mundo al que le importen. Tengo la absoluta certeza de que hay por lo menos una persona: el periodista.

Es al periodista a quien debe importarle el mundo entero. Es el periodista quien debe adquirir un compromiso consigo y con la patria para buscar lo relevante y transmitir, en lo posible, aquello que él mismo vio en la noticia. No digo que transmita sus posiciones frente a los hechos, pero sí el interés mismo en lo que ocurre. Es justo el periodista el que se encarga de que su voz sea oída u opacada, opacando también las voces de otros.

Claro, siempre habrá dilemas éticos y morales. Muchas veces no será sólo la relevancia de los hechos lo que haga dudar al reportero de si es una historia publicable o no, sino también el encontrarse con material de especial tratamiento, con seres humanos que dependen de lo que él diga de ellos, con posibles acciones legales y cuestiones estatutarias o incluso, con los dilemas propios y la falta de objetividad; si es un apasionado de las historias, el periodista encontrará la forma, el momento y el medio para contarlas sin dañar y sobre todo sirviendo a la democracia, como lo plantea uno de los teóricos más citados en el periodismo: Bill Kovach.

El periodista tiene poder de decisión y puede limitar sus historias y sus fuentes, haciendo de ellas un caos que venda o ampliarlas para que haya luz sobre las mismas y, de esta manera, hacer patria. Si se apasiona haciendo lo que sabe hacer, posiblemente contagiará a otros y querrán ver más de su trabajo. Es él mismo quien se encarga de que sus historias parezcan banales, o quien las presenta como un hecho apreciable para una comunidad. 

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