jueves, 28 de abril de 2011

Iágor




Ejercicio de escritura para la clase con Alberto Salcedo Ramos

Después de que salimos de cine, Christopher me invitó a un restaurante.
-¿Te gusta la comida de la India?
-Guacala- pensé.
La verdad es que siempre he tenido un conflicto con el olor de los restaurantes chinos, japoneses, indios -o todo lo que se le parezca, si es que se parece. De todas maneras si no probaba la comida, jamás iba a saber si me gustaba o no, así que acepté.

Nos sentamos y, como buen ingeniero, empezó a hablarme de los circuitos y la electricidad. Yo, mientras tanto, lo escuchaba con cara de idiota pensando en que le entendía todo, e imaginándome la cara de mis amigas en Colombia cuando les contara de mi nuevo levante en Canadá. Por fortuna, el restaurante no olía mal y estaba decorado con imágenes pintadas de mujeres sonrientes bailando.

Para cuando llegó la camarera con el menú, Chris ya sabía que mi especialidad eran los idiomas y que sólo me faltaba un semestre para terminar mi carrera en Colombia. Un tipo de 1,70, soltero, trabajador, pilo y heterosexual, no se puede dejar ir así tan fácil. Entonces decidí que tendría que “chicanear” un poco más con lo que sabía: hablamos de las culturas, de su familia polaca, de lo maravilloso que era conectarse a través de los idiomas y de lo importante que era aprenderlos.

Todo iba bien hasta que me dijo algo como:

-”Would you like some iágor?”
-¿Que qué?...¿Que si quiero qué? - pensé. Iágor, iágor ¿qué será iágor?

Pues nada. Chris tuvo que hacer que la camarera me trajera una muestra de pollo con iágor para que yo por fin entendiera que se trataba nada menos y nada más que de pollo con salsa de yogúr.

1 comentario:

Isabel C dijo...

creo que a la historia le falta lo más importante: el enfásis en el "YOGÚR"

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