domingo, 14 de agosto de 2011
Ética pelética peluda
Estas dos últimas semanas he estado tomando muchas fotos para un reportaje gráfico. En el proceso, he descubierto quizás el agua tibia, pero ha servido porque no era consciente de cómo es en realidad la mentalidad del colombiano promedio.
A continuación, el apreciado lector encontrará una serie de generalizaciones y, dado que hablo de las mayorías, le ruego que deje de leer tan pronto como se sienta ofendido, molesto o indignado. Esa no es la intención. Att: La admon.
Uno: Para empezar, la mayoría de la gente en Colombia no se deja tomar fotos. Eso es totalmente entendible teniendo en cuenta que vivimos en medio de la inseguridad y el crimen. Lo malo no es eso, sino que las personas se están acostumbrando a no escuchar las razones del otro. Ni siquiera se toman la molestia de escuchar un "es para un trabajo de la universidad" o un "tengo una carta, la puede ver si desea". Complicado. Aquí no crecen las peras sino los peros.
Dos: "Eso tómele una foto a cualquier cosa y haga un montaje". Ya me he salido de casillas con más de dos miembros de mi familia tratando de hacerles entender que esto no es una tarea de primero de primaria. La gente piensa que me complico. Quizás sea así. Pero pensemos por un momento: ¿qué tal si el trabajo fuera mucho más a la realidad? o ¿qué tal que los noticieros le mintieran? bueno, alguien podría decir "ya lo hacen" y no sabría decirle si hay algo de cierto en ello, porque finalmente los periodistas promedio no son siempre quienes dicen qué temas van y qué no. Se supone que proponen las temáticas y hacen consejos de redacción...pero a veces hay cosas que otros no quieren que salgan a la luz pública o simplemente asuntos que pasan desapercibidos.
Mi punto es ¿no le fastidia cuando pasado un programa de Séptimo día que le impactó, alguien sale diciendo que "qué pena, pero que fulanito había sido acusado injustamente y que el programa se retracta" o que "las imagenes no correspondían".Todo porque alguien no hizo bien su trabajo. Uno espera que la situación no sea por pereza, sino porque somos humanos y nos equivocamos.
Obvio. A todos nos pasa. De hecho hace poco escribí mal el nombre de un profesor de la Nacional. Un error que se habría solucionado simplemente con escribir en Google el nombre de la revista que dirigía, y su apellido. Simple. No me habría gastado más de dos minutos. Afortunadamente, el texto se publicó sólo en mi blog y con las correcciones pertinentes. Pero ¿qué hay de lo que sí sale a la luz pública? mejor dicho, a la más pública que este blog...
Al parecer, la ética se nos ha convertido en una araña ética pelética peluda. Nos hemos programado mentalmente para pensar que los correctos son bobos y los corruptos son vivos. ¿Qué hubiese pasado si ese muchacho cuyos ideales eran de izquierda, que se las daba de progresista, y cuyo discurso hablaba de salud, no se hubiera convertido en el avaro y recién destituido alcalde de Bogotá? o ¿qué tal si Arias hubiese tenido pantalones y hubiera dicho "no" a una "platica extra por ahí"?
"Y hasta aquí las noticias, país de mierda".
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