Las gotas de lluvia dibujaban formas abstractas en el cristal del bus.
Había sido uno de esos días en los que no quería llegar a mi casa y, al tener la excusa perfecta para ir a una cita conmigo, me preparé para volver a aquellos planes en los que yo soy la única protagonista. Una parte de mi se sentía libre de un peso incargable. Otra, la más racional, se preguntaba si estaría tomando la decisión correcta.
Cierto es que no soy una mujer fácil. No soy fácil de comprender, no soy fácil de descifrar, no soy fácil de llevar y definitivamente no soy fácil...por esa razón las citas conmigo son un poco abstractas...incluso para mi.
Ella había llamado el día anterior para preguntar cómo seguía:
-"Hagas lo que hagas -me dijo- no te vayas para la casa".
-"Voy a tomarme un café con la persona más importante en mi vida" -le respondí. Tras unos segundos de pensarlo mejor le dije: "voy conmigo misma, pero no voy sola...eso es distinto"
En ésta ocasión la cuestión era diferente. Yo iba a acudir sola a una cita conmigo.
Cuando llegué, empecé a ojear los libros. En ese mismo lugar, habría comprado un libro para alguien tiempo atrás. En ese mismo lugar Laura habría comprado la edición bilingÜe de un libro de algún Rimbaud o algún Baudelaire para Andrés en algún semestre...no era una papelería cualquiera...de alguna manera, mi energía siempre estuvo ahí: en una esquina de ese lugar.
Esta vez algo inusual ocurrió. El empleado de la tienda se me quedó mirando. Yo sentí la necesidad de decirle algo, no de coquetearle ni mucho menos, sino de decirle algo. Sentí algo raro...como aquel extraño impulso de santiguarme cuando paso frente a una Iglesia, no importa que ya no sea tan Católica (y si que lo soy, pero ya no tanto)...
Mi boca no dijo nada. Tenía el impulso, si, pero la mente en blanco. Rápidamente vi el letrero que decía "Literatura Hispanoamericana" y dispuesta a ojear todo lo que pudiera bajé la mirada y empecé a explorar los autores.
"Cohelo, Cohelo, Cohelo, Choprak, Cohelo, Choprak...¿ah?"
Miré de nuevo al empleado, esta vez con una pregunta concreta para hacerle: "Señor ¿esto está bien?"
De antemano sabía que no. Sin embargo, el temor oculto a que se le llame literatura a Cohelo, me invadió. Por un instante mi imaginación voló hasta la tumba de Sor Juana Inés de la Cruz y vi como ella se retorcia en su lecho final...incluso vi como estiraba la mano desde la tierra insulsa gritando "¡PIEDAD! ¿Qué habéis hecho de mi?
Adoro al que viva aún presto me entierra,
a quien buenos poemas hace, odio.
(juuas)"
-"No señorita. estamos cambiando de estantes. La sección de literatura hispanoamericana está por allá" - dijo el empleado.
-"¡Pfiu!"
Así que, empecé mi cita conmigo: libro aquí, libro allá...recuerdo aquí, recuerdo allá...
¿Qué lee la gente? ¿Qué debe leer la gente? ¿Qué debería leer la gente? ¿Quién me lee?
(Suspiro)
Mientras las gotas continuaban cayendo, los mejores títulos me llamaban. Primero me llamó "La Divina Puta", excelente título...solo me hace pensar en una mujer inevitablemente adorada. Una mujer que "peca" pero que a la cual la dominación ya no le afecta. Menos las reglas de una sociedad. Fabiana...Fabiana es un nombre fantásticamente escogido. Tiene la 'b'...como un beso...como cuando uno dice boca, como cuando uno dice vino, como cuando uno dice 'ven'... un nombre perfecto para una puta...lo que me recuerda: "nadie querría una Norma Jean, pero todos querrían una Marilyn Monroe"
Después del libro de Fabiana (que por obvias razone$$$ no compré), me llamó Danielito Samper: el infaltable con: "Viagra, chats y otras pendejadas del siglo XXI"...y si, ya en otras ocasiones había visto el libro, pero nunca me había caido tan a la medida...así que me reí de lo irónica que es la vida y decidí seguir mirando libros.
Segundos después, mi mirada se desvió hacia un libro rosado cuasifosforecente que más bien parecía un manual para conseguir novio: Las Chicas del Riad.
A primera vista, la cosa más superficial del mundo. Sin embargo, al detenerme a mirar la parte de atrás, deseé infinitamente haber tenido esos 42 mil pesos en mi mano y habermelo leído de principio a fin. Decía algo así como: "La Bridget Jones de medio Oriente" "Censurado" "En las primeras semanas el libro llegó a costar diez veces más en el mercado negro de su precio real en las librerías". (Imposible no leerlo antes de que aquí cueste cuatrocientos mil pesos, pensé)
La verdad es que sé muy poco de las mujeres del medio oriente. Supongo que usan faldas hasta los pies, se cubren la cabeza y solo se les ven los ojos, que de hecho es en lo que los hombres se fijan para escojerlas. Eso y nada es lo mismo. No sé si las cambiarán por cabras, no sé si valgan menos que el petróleo...no sé nada. Me declaro ignorante al respecto...pero libros así me hacen pensar que siempre hay alguien que tiene en mente progresar...y siempre habrá alguien que quiera impedirlo.
En resumidas cuentas, mientras las gotas golpean el cristal del bus, pienso que los cambios se dan después de salir con uno. Así como la autora de las Chicas del Rijad pensó en un cambio, como lo que quizá llegó a pensar la Fabiana de Vélez Pareja y como lo que en algún momento pensaré, para cambiar un poco al mundo pero sobre todo, cambiarme un poco a mi.
Gracias.
Había sido uno de esos días en los que no quería llegar a mi casa y, al tener la excusa perfecta para ir a una cita conmigo, me preparé para volver a aquellos planes en los que yo soy la única protagonista. Una parte de mi se sentía libre de un peso incargable. Otra, la más racional, se preguntaba si estaría tomando la decisión correcta.
Cierto es que no soy una mujer fácil. No soy fácil de comprender, no soy fácil de descifrar, no soy fácil de llevar y definitivamente no soy fácil...por esa razón las citas conmigo son un poco abstractas...incluso para mi.
Ella había llamado el día anterior para preguntar cómo seguía:
-"Hagas lo que hagas -me dijo- no te vayas para la casa".
-"Voy a tomarme un café con la persona más importante en mi vida" -le respondí. Tras unos segundos de pensarlo mejor le dije: "voy conmigo misma, pero no voy sola...eso es distinto"
En ésta ocasión la cuestión era diferente. Yo iba a acudir sola a una cita conmigo.
Cuando llegué, empecé a ojear los libros. En ese mismo lugar, habría comprado un libro para alguien tiempo atrás. En ese mismo lugar Laura habría comprado la edición bilingÜe de un libro de algún Rimbaud o algún Baudelaire para Andrés en algún semestre...no era una papelería cualquiera...de alguna manera, mi energía siempre estuvo ahí: en una esquina de ese lugar.
Esta vez algo inusual ocurrió. El empleado de la tienda se me quedó mirando. Yo sentí la necesidad de decirle algo, no de coquetearle ni mucho menos, sino de decirle algo. Sentí algo raro...como aquel extraño impulso de santiguarme cuando paso frente a una Iglesia, no importa que ya no sea tan Católica (y si que lo soy, pero ya no tanto)...
Mi boca no dijo nada. Tenía el impulso, si, pero la mente en blanco. Rápidamente vi el letrero que decía "Literatura Hispanoamericana" y dispuesta a ojear todo lo que pudiera bajé la mirada y empecé a explorar los autores.
"Cohelo, Cohelo, Cohelo, Choprak, Cohelo, Choprak...¿ah?"
Miré de nuevo al empleado, esta vez con una pregunta concreta para hacerle: "Señor ¿esto está bien?"
De antemano sabía que no. Sin embargo, el temor oculto a que se le llame literatura a Cohelo, me invadió. Por un instante mi imaginación voló hasta la tumba de Sor Juana Inés de la Cruz y vi como ella se retorcia en su lecho final...incluso vi como estiraba la mano desde la tierra insulsa gritando "¡PIEDAD! ¿Qué habéis hecho de mi?
Adoro al que viva aún presto me entierra,
a quien buenos poemas hace, odio.
(juuas)"
-"No señorita. estamos cambiando de estantes. La sección de literatura hispanoamericana está por allá" - dijo el empleado.
-"¡Pfiu!"
Así que, empecé mi cita conmigo: libro aquí, libro allá...recuerdo aquí, recuerdo allá...
¿Qué lee la gente? ¿Qué debe leer la gente? ¿Qué debería leer la gente? ¿Quién me lee?
(Suspiro)
Mientras las gotas continuaban cayendo, los mejores títulos me llamaban. Primero me llamó "La Divina Puta", excelente título...solo me hace pensar en una mujer inevitablemente adorada. Una mujer que "peca" pero que a la cual la dominación ya no le afecta. Menos las reglas de una sociedad. Fabiana...Fabiana es un nombre fantásticamente escogido. Tiene la 'b'...como un beso...como cuando uno dice boca, como cuando uno dice vino, como cuando uno dice 'ven'... un nombre perfecto para una puta...lo que me recuerda: "nadie querría una Norma Jean, pero todos querrían una Marilyn Monroe"
Después del libro de Fabiana (que por obvias razone$$$ no compré), me llamó Danielito Samper: el infaltable con: "Viagra, chats y otras pendejadas del siglo XXI"...y si, ya en otras ocasiones había visto el libro, pero nunca me había caido tan a la medida...así que me reí de lo irónica que es la vida y decidí seguir mirando libros.
Segundos después, mi mirada se desvió hacia un libro rosado cuasifosforecente que más bien parecía un manual para conseguir novio: Las Chicas del Riad.
A primera vista, la cosa más superficial del mundo. Sin embargo, al detenerme a mirar la parte de atrás, deseé infinitamente haber tenido esos 42 mil pesos en mi mano y habermelo leído de principio a fin. Decía algo así como: "La Bridget Jones de medio Oriente" "Censurado" "En las primeras semanas el libro llegó a costar diez veces más en el mercado negro de su precio real en las librerías". (Imposible no leerlo antes de que aquí cueste cuatrocientos mil pesos, pensé)
La verdad es que sé muy poco de las mujeres del medio oriente. Supongo que usan faldas hasta los pies, se cubren la cabeza y solo se les ven los ojos, que de hecho es en lo que los hombres se fijan para escojerlas. Eso y nada es lo mismo. No sé si las cambiarán por cabras, no sé si valgan menos que el petróleo...no sé nada. Me declaro ignorante al respecto...pero libros así me hacen pensar que siempre hay alguien que tiene en mente progresar...y siempre habrá alguien que quiera impedirlo.
En resumidas cuentas, mientras las gotas golpean el cristal del bus, pienso que los cambios se dan después de salir con uno. Así como la autora de las Chicas del Rijad pensó en un cambio, como lo que quizá llegó a pensar la Fabiana de Vélez Pareja y como lo que en algún momento pensaré, para cambiar un poco al mundo pero sobre todo, cambiarme un poco a mi.
Gracias.
3 comentarios:
Definitivamente a una librería lo mejor es ir solo, sin nadie que afane, sin ninguna prisa, ni distracción.
Saludos.
Se que iba saltando de blog en blog, pero de cual exactamente saltá para aterrizar acá, no recuerdo. Pero me quedé.
Saludos.
soy hombre de poca lectura, prefiero encerrarme en mis numeros, que me dejan ver a ciencia cierta por que son pendejadas lo que dice samper, o por que son tantas las mujeres que salen de paises del medio oriente por el machismo y cultura propia de esos paises, las letras no son tan amigas!
Y obvio, al menos yo si te leo, y procuro hacerlo constantemente! saludos y que paso con tu FB?
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