¡Ja! A que no saben cómo era.
Pues si señores. Llegamos al sitio que el barman nos había recomendado. Con semejante nombre no se me hizo rara la escena. "Pericos bar".
- ¡Es aquí! -dije mientras el carro se detenía una cuadra más adelante.
Después de que nos bajamos del carro de la Filipina, en nuestros rostros se dibujó un signo de interrogación. La pregunta iba y venía: ¿Es aquí? osea, ¿aquí?
Pues bueno: si y no.
Hasta ese momento todos creíamos que si. Hasta que comenzamos a hacer la fila. Detras, dos mujeres afroamericanas. Una vestida "femeninamente" por decirlo asi y otra, más bien robusta, con un puro en la mano y una cadena de oro en el pecho. En la entrada, un hombre grande y corpulento, de esos que no tienen cara sino puño.
"No puede ser aquí. ¿Seguros que así se llama?"
"Si..." "hi, what kind of music do they play here?"
A lo que la mujer del tabaco responde: "hip-hop and rap"
Todos nos damos vuelta y caminamos en medio de la fría noche Americana. El vecindario es solitario, hay uno que otro carro viejo, un puesto de comidas rápidas en un carro y finalmente, al fondo de la cuadra, un bar con nombre en español.
"Entremos ahi" dice alguien.
¡Ja!
Ninguno quiere entrar. Nadie se atreve.
Hay algunos Mexicanos o Guatemaltecos en la entrada...tal vez sean Hondureños... ¿qué sé yo? ...tienen rostros cansados, ropa de trabajo... sonrisas rotas.
"Que vaya alguien y mire"
Entonces, de todos los Colombianos que estabamos ahí, solo se nos ocurre enviar al Costa Ricense. ¿Por qué? No sé.
Paga el cover, entra por un rato, supongo que observa el sitio y sale.
Nos dice "entren, el sitio está bien"
Entra un colombiano. No se demora ni un segundo y dice "vengan".
Ahora vamos todos. Es mi turno. Estoy asustada.
Pasamos la primera puerta, pagamos el cover, revisan mi bolso, veo una pared negra. Detrás están las luces. Escucho la música latina en el fondo. Ya no hace tanto frío pero aún así estoy que me congelo por el vestido corto que llevo puesto.
Paso la puerta.
Lo primero que noto son unos billares. Inmediatamente me doy cuenta de que los tipos que estan jugando billar levantan la cabeza y nos observan.
Oh my...
A mi derecha, unas mujeres sentadas me miran con odio. No son hermosas. Se ven vulgares y viejas. Al fondo, un video de una mujer bailando...que más bien me recordaba a la tigresa del oriente. Definitivamente Raleigh no son Las Vegas.
¡Joana vamonos ya!
Me di la vuelta y busqué la salida lo más pronto posible antes de que algún obrero me buscara conversación. Sus ojos estaban ya en nosotras, eso de por sí no era un halago.
Salimos.
Salieron algunos de los del grupo. Minutos después salió el resto, incluyendo al Costaricense. Obviamente esos minutos parecieron siglos...
Solo pensé para mis adentros: Cuánta soledad.
Cuán solo se necesita estar para aferrarse a los brazos de una mujer vulgar. Y luego dije: Vulgar o no vulgar, ese no es el punto. El punto es que una sociedad sin esperanza es solo eso, un círculo vicioso. No es el sexo por placer, es el sexo para no estar solo. No es el sexo por experimento...no es el sexo de las películas contemporáneas. No. Es el sexo que obliga, es el sexo que da la falsa ilusión de romper la rutina. No es el sexo libre de los hippies. No es el sexo de las Geishas japonesas. Es el sexo que se vende para que otro que no ha trabajado se gane los pesos. Es el sexo de los pobres que no quieren ver un día más. Es el sexo que resulta de la desesperanza. Ni la puta se levantará con ganas de trabajar, ni el obrero verá un día diferente en el que se sienta mejor que ayer. Solo rutina. "Hoy tiro con una puta, luego mañana voy a trabajar" y así pasan los días. "Trabajo y me lo gasto con ellas"... "trabajo porque no sé hacer más...y trabajo porque sé que no voy a ganar el Nobel y que mis hijos tampoco estudiarán más porque no tengo plata...y no tengo plata porque me la gasto con ellas"
¿Qué dice la prostitua?
Lo ignoro.
Hay quienes dicen que ellas se acostumbran a esa vida fácil.
¿Y quién dijo que eso es fácil?
Bueno, si la profesión ha existido durante tanto tiempo (dicen que es la más antigua del mundo) por algo será. Bien sea porque hay clientes o porque algunas aman su trabajo...o por ambas...o por ninguna...¿Quién soy yo para juzgarlo?
Es que yo no hablo de aquella prepago, modelo de revista. Ni de la que trabaja independiente. No. Yo hablo de la pobre. De la que ha pasado por las duras y las maduras...yo hablo de la que volvieron adicta a las drogas...de la que tiene un jefe que no trabaja...de la que no estudió...o que no habla inglés...o de la que maltrataban cuando pequeña.
No en vano la canción de Bajo Tierra se llama "El pobre". Así pasara en las mejores familias.
Pues si señores. Llegamos al sitio que el barman nos había recomendado. Con semejante nombre no se me hizo rara la escena. "Pericos bar".
- ¡Es aquí! -dije mientras el carro se detenía una cuadra más adelante.
Después de que nos bajamos del carro de la Filipina, en nuestros rostros se dibujó un signo de interrogación. La pregunta iba y venía: ¿Es aquí? osea, ¿aquí?
Pues bueno: si y no.
Hasta ese momento todos creíamos que si. Hasta que comenzamos a hacer la fila. Detras, dos mujeres afroamericanas. Una vestida "femeninamente" por decirlo asi y otra, más bien robusta, con un puro en la mano y una cadena de oro en el pecho. En la entrada, un hombre grande y corpulento, de esos que no tienen cara sino puño.
"No puede ser aquí. ¿Seguros que así se llama?"
"Si..." "hi, what kind of music do they play here?"
A lo que la mujer del tabaco responde: "hip-hop and rap"
Todos nos damos vuelta y caminamos en medio de la fría noche Americana. El vecindario es solitario, hay uno que otro carro viejo, un puesto de comidas rápidas en un carro y finalmente, al fondo de la cuadra, un bar con nombre en español.
"Entremos ahi" dice alguien.
¡Ja!
Ninguno quiere entrar. Nadie se atreve.
Hay algunos Mexicanos o Guatemaltecos en la entrada...tal vez sean Hondureños... ¿qué sé yo? ...tienen rostros cansados, ropa de trabajo... sonrisas rotas.
"Que vaya alguien y mire"
Entonces, de todos los Colombianos que estabamos ahí, solo se nos ocurre enviar al Costa Ricense. ¿Por qué? No sé.
Paga el cover, entra por un rato, supongo que observa el sitio y sale.
Nos dice "entren, el sitio está bien"
Entra un colombiano. No se demora ni un segundo y dice "vengan".
Ahora vamos todos. Es mi turno. Estoy asustada.
Pasamos la primera puerta, pagamos el cover, revisan mi bolso, veo una pared negra. Detrás están las luces. Escucho la música latina en el fondo. Ya no hace tanto frío pero aún así estoy que me congelo por el vestido corto que llevo puesto.
Paso la puerta.
Lo primero que noto son unos billares. Inmediatamente me doy cuenta de que los tipos que estan jugando billar levantan la cabeza y nos observan.
Oh my...
A mi derecha, unas mujeres sentadas me miran con odio. No son hermosas. Se ven vulgares y viejas. Al fondo, un video de una mujer bailando...que más bien me recordaba a la tigresa del oriente. Definitivamente Raleigh no son Las Vegas.
¡Joana vamonos ya!
Me di la vuelta y busqué la salida lo más pronto posible antes de que algún obrero me buscara conversación. Sus ojos estaban ya en nosotras, eso de por sí no era un halago.
Salimos.
Salieron algunos de los del grupo. Minutos después salió el resto, incluyendo al Costaricense. Obviamente esos minutos parecieron siglos...
Solo pensé para mis adentros: Cuánta soledad.
Cuán solo se necesita estar para aferrarse a los brazos de una mujer vulgar. Y luego dije: Vulgar o no vulgar, ese no es el punto. El punto es que una sociedad sin esperanza es solo eso, un círculo vicioso. No es el sexo por placer, es el sexo para no estar solo. No es el sexo por experimento...no es el sexo de las películas contemporáneas. No. Es el sexo que obliga, es el sexo que da la falsa ilusión de romper la rutina. No es el sexo libre de los hippies. No es el sexo de las Geishas japonesas. Es el sexo que se vende para que otro que no ha trabajado se gane los pesos. Es el sexo de los pobres que no quieren ver un día más. Es el sexo que resulta de la desesperanza. Ni la puta se levantará con ganas de trabajar, ni el obrero verá un día diferente en el que se sienta mejor que ayer. Solo rutina. "Hoy tiro con una puta, luego mañana voy a trabajar" y así pasan los días. "Trabajo y me lo gasto con ellas"... "trabajo porque no sé hacer más...y trabajo porque sé que no voy a ganar el Nobel y que mis hijos tampoco estudiarán más porque no tengo plata...y no tengo plata porque me la gasto con ellas"
¿Qué dice la prostitua?
Lo ignoro.
Hay quienes dicen que ellas se acostumbran a esa vida fácil.
¿Y quién dijo que eso es fácil?
Bueno, si la profesión ha existido durante tanto tiempo (dicen que es la más antigua del mundo) por algo será. Bien sea porque hay clientes o porque algunas aman su trabajo...o por ambas...o por ninguna...¿Quién soy yo para juzgarlo?
Es que yo no hablo de aquella prepago, modelo de revista. Ni de la que trabaja independiente. No. Yo hablo de la pobre. De la que ha pasado por las duras y las maduras...yo hablo de la que volvieron adicta a las drogas...de la que tiene un jefe que no trabaja...de la que no estudió...o que no habla inglés...o de la que maltrataban cuando pequeña.
No en vano la canción de Bajo Tierra se llama "El pobre". Así pasara en las mejores familias.
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