2666, la novela del Chileno Roberto Bolaño, llevada al teatro, simplemente magnífica.
Solo Dios entendería lo que significó para mi estar allí el Viernes. Solo Dios, Jhon Alex Toro, El Flaco Solorzano, Neyla Pardo y todos los demás que fuimos como simples espectadores.
Solo Dios entendería lo que significó para mi estar allí el Viernes. Solo Dios, Jhon Alex Toro, El Flaco Solorzano, Neyla Pardo y todos los demás que fuimos como simples espectadores.
Cuando me vio, Jhon Alex se quedó mirándome. Estoy segura de que pensó para sí: "¡Es Clara! ¡La chica del Reality!".
No, no es así. Esa es la parte ficcional del texto. Es obvio que cuando uno mira a esos actores que ve todos los días, es uno el que siente la sensación de saludar porque es UNO el que conoce al otro, y no al revés.
No, no es así. Esa es la parte ficcional del texto. Es obvio que cuando uno mira a esos actores que ve todos los días, es uno el que siente la sensación de saludar porque es UNO el que conoce al otro, y no al revés.
¿Qué clase de tipo se va solo a teatro, se sienta en una silla de platea y en los intermedios revisa su ipod? ¡Qué soledad tan grande llevas dentro Jhon Alex!
Y como estaba sentado diagonal a mi, cuando se paró por fin en el segundo intermedio, me miró y siguió hasta salir del recinto y entrando en la cafetería saludó a Solorzano. Me di cuenta de que no venían juntos. Hicieron la fila del bar, mientras que mi tía y yo hacíamos la del café.
La cafetería queda en un sótano. De lado y lado cae agua. Un sonido relajante pero que después de unos segundos atormenta, porque invita a la reflexión profunda. Sólo desee llevar un día a alguien a ese lugar y suspiré depronto al pensar que con los teatros debería pasar lo mismo que con las iglesias: cada vez que uno visita uno nuevo, uno debe pedir un deseo.
(...)
Se me ocurrió que era Liz Norton. Mejor dicho, una caricatura vaga de ella.
Norton ha adquirido poderes telepáticos, pensaba Morini. No es mala, es buena. No es malignidad lo que percibí, sino telepatía, se decía para torcer el rumbo de un sueño que en su fuero interno sabía inamovible y fatal. Entonces la inglesa repetía, en alemán, no hay vuelta atrás.
Al finalizar el segundo intermedio, mis pensamientos estaban todos en un punto. Necesitaba el silencio. No terminaba mis reflexiones y empezaba de nuevo con mi desfile de "quetales".
Pero cuando vino el monólogo del negro, quise llorar. Solo había alguien en este planeta que pudiera ser como él...entonces me sentí perdida, ya no como Liz Norton, sino como Rosa Amalfitano.
¿Qué es para mí lo sagrado?, pensó Fate. ¿El dolor impreciso que siento ante la desaparición de mi madre? ¿El conocimiento de lo que no tiene remedio? ¿O esta especie de calambre en el estómago que siento cuando miro a esta mujer? ¿Y por qué razón experimento un calambre, llamémoslo así, cuando ella me mira y no cuando me mira su amiga? Porque su amiga es notoriamente menos hermosa, pensó Fate. De lo que se deduce que para mí lo sagrado es la belleza, una mujer guapa y joven y de rasgos perfectos. ¿Y si de pronto, en medio de este restaurante tan grande como infecto, apareciera la actriz más guapa de Hollywood, seguiría sintiendo calambres en el estómago cada vez que, subrepticiamente, mis ojos se encontraran con los de ella, o, por el contrario, la aparición repentina de una belleza superior, de una belleza ornada por el reconocimiento, mitigaría el calambre, disminuiría su belleza hasta una altura real, la de una muchacha un tanto extraña que sale una noche de fin de semana a divertirse con tres amigos un tanto singulares y una amiga que más bien parece una puta? ¿Y quién soy
yo para pensar que Rosita Méndez parece una puta?, pensó Fate. ¿Conozco algo, acaso, acerca de las putas mexicanas como para reconocerlas a las primeras de cambio? ¿Conozco algo sobre la inocencia o sobre el dolor? ¿Conozco algo sobre las mujeres?
Me gusta ver vídeos, pensó Fate. También me gusta ir al cine. Me gusta acostarme con mujeres. No tengo en este momento una pareja estable, pero no ignoro lo que significa tenerla.
¿Veo lo sagrado en alguna parte? Sólo percibo experiencias prácticas, pensó Fate. Un hueco que hay que llenar, hambre que debo aplacar, gente a la que debo hacer hablar para poder terminar mi artículo y cobrar. ¿Y por qué pienso que los que acompañan a Rosa Amalfitano son tres tipos singulares? ¿Qué tienen de singulares? ¿Y por qué estoy tan seguro de que si apareciera de pronto una actriz de Hollywood la belleza de Rosa Amalfitano se amortiguaría? ¿Y si no fuera así? ¿Y si se acelerara?
¿Y si todo comenzara a acelerarse a partir del instante en que una actriz de Hollywood traspusiera el umbral de El Rey del Taco?
Al caer el telón, fui feliz. No importó el frío al salir a tomar el taxi, no importó la lluvia de Viernes Santo. No importó haber visto más extras en mi reality, actores invitados y que no estuviera el protagonista. Nada me importó. Fui feliz.
PD: Pensé en que llevo mucho tiempo pensando en ir a Zarzuela. Pero la sensación que tuve el Viernes en la noche fue comparable. Así que, si fui a teatro por casualidad, estoy segura de que las boletas para Aerosmith y para la Zarzuela llegarán de manera inesperada. Como todo en mi vida.
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