El sueño de muchos de nosotros era traducir. Tejer historias que no nos pertenecían pero que eran bien pagas sin sacrificar nuestros valiosos días de juerga y cerveza helada. ¿Enseñar? a pocos les gustaba. Era algo que hacíamos en parte por obligación y en parte por ganarnos unos pesos para las fotocopias.
-"Yo voy a hacer mi tesis en traducción"
-"¿De profe yo? ¡ni loco!
Ahora, ¿cuántos de nosotros dimos el paso hacia adelante y dijimos "haré el exámen y sacaré la licencia oficial de traductor"?. No conozco el primero.
Pasan los años y te atrapan. Cada día la rutina se hace más insoportable. Te preguntas si acaso eres...
-"¿Y si soy una prostituta? ¿Y si...si acaso mi destino es ser enviada a satisfacer a los clientes mientras otro aumenta sus ingresos a costas mías? ¿Y si la gente espera de mi que me comporte como tal? ¿Y si trabajo tanto que no puedo ahorrar para cambiar de trabajo porque para cambiar de trabajo necesito estudio y para estudiar necesito dinero y el dinero sólo me lo gano puteandome?
La rutina, el círculo, el miedo al cambio...¿desde cuándo la zona de comodidad se nos ha convertido en una zona de calamidad en la que "más vale malo conocido que bueno por conocer"? ¿desde cuándo la sociedad pide que sigamos atados a profesiones, compromisos, matrimonios, amistades, lazos, televisores viejos que no podemos arrojar por la ventana? ¿desde cuándo las profesoras pueden compararse con las prostitutas? ¿desde cuándo nombro mis entradas de manera tan fuerte y digo cosas tan ácidas en el blog?
¿Soñé que era una puta? o al despertar la puta soñó que era una profesora?
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