lunes, 16 de agosto de 2010

Selva de rubor: la versión colombiana de Lipstick jungle

Si Jennifer Aniston, Lina Marulanda y otras mujeres con belleza tienen, tuvieron o han tenido poco éxito en el área del corazón, uno que es normalón pues ¿de qué podría quejarse?

Hace pocos días una amiga acudió a mi por mis sabios consejos y la experiencia de décadas enteras en materia sentimental. 

No. No es cierto. Solo lo digo para darme moral...pero shhh. El caso es que hicimos lo que normalmente hacemos las mujeres: hablar. Hablamos de esto y lo otro y, por supuesto, el tema infaltable surgió de repente: los tios.

"¡Es el colmo!"- me dijo- "Lucio quiere tener todo bajo control, es como si yo tuviera que hacer todo lo que él quiere, y cuando se trata de mi, entonces no puedo pedirle nada".

Lo cierto es que en el momento tomé una libreta y mientras me contaba su historia, iba anotando lo que pensaba para no interrumpirla y que quedara constancia de mis consejos.

Los consejos entre amigas por lo general se olvidan fácilmente. Se olvidan, no sólo porque sean fáciles de olvidar, sino porque las mujeres poseemos ese sistema de alarma que nos indica que todas las demás son enemigas. Todas las demás nos quieren ver más gordas, más feas, más pobres, más mal vestidas y más solas. Pero no es necesariamente así. Es solo el sistema de emergencia.

Así que, continuando con la historia, la escuché. 

-"¡Clara es que es el colmo! ¡Quiere controlar mi dinero! La otra vez compré este par de brillos para labios y me dijo que por qué me gastaba la plata así, que yo por qué era tan desconsiderada". 

Después de que me dijo el precio de los brillos -que por cierto era bastante elevado- comprendí por qué el tio estaba colérico.

-"¡Pero es que me duran ocho meses!"

- "Si, Judy. Eso lo sabemos tú y yo. Pero él no lo entiende. No entiende muchas cosas. No entiende que en realidad sí estabas pensando en la economía, porque durante ocho meses no vas a tener que comprar más. Tampoco entiende que la belleza es importante para nosotras las mujeres, no porque así lo queramos, sino que es por lo que la mayoría de veces somos juzgadas -y no porque así lo queramos. Mucho menos entiende que siendo tu dinero, no tiene derecho a hacer comentarios sobre lo que hagas o no con él. No porque sea malo, sino porque asume que son pareja y que es una sociedad. El problema es que la delgada línea que separa lo individual de lo colectivo no es respetada si se trata de ti, y, en cambio, si él comprara un balón de fútbol de trescientos mil pesos, tú no sabrías la diferencia entre haber comprado una pelota de caucho de diez mil, incluso si él lo presentara como una ganga porque ya no tiene que comprar balones por el resto de su vida".

A pesar de que he defendido a Lucio en cuanto a su ignorancia total para distinguir entre un brillo labial de calidad y otro sencillo, también él ha cruzado el límite en otras -muchas- ocasiones. Las reglas que hace, son todas para Judy y cuando ella intenta aplicarselas a él, niega su existencia. 

Para la muestra, un resúmen corto de las últimas semanas: 
-"Clara, me dijo que antes de conocerme yo andaba de farra en farra y que ahora no me quedo ni en su casa. En resúmen, me dejó por juiciosa"

Claro. Lucio no es un santo. Recuerdo una vez en la que ella descubrió que había andado con una chica antes que ella. Le dije: "El pasado de la gente no se juzga" así que ella volvió con él porque entendió que se había equivocado. Ahora, él la deja por su pasado, incluso si ha cambiado para bien.

¿Qué aprendimos? 
Muchas cosas.

Primero, que nadie nace aprendido. Segundo, que Clara da consejos basados en la lógica, pero la lógica es difícil de aplicar al amor y, tercero, que una relación requiere de reciprocidad, de entender las razones de actuar del otro.  El equilibrio es fundamental. 

Así que la próxima vez que la boten recuerde que hasta a la mujer más mamacita tuvo un rompimiento. No culpe a su belleza y mucho menos a su labial.


No hay comentarios:

Planes gratis en Bogotá