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lunes, 14 de julio de 2014

Once cosas que me hubiera gustado saber antes: la sabiduría de internet


He aquí algunas frases que vine a leer años después de necesitarlas, otras que me hubiera gustado que me dijeran y otras que me repito a diario...

1. Niña, váyase de viaje. 

Cuando tenga las tetas caídas y esté calva y sin dientes... quizás ya no va a poder.

 


2. Oiga, no trate como prioridad a quien la trata como opción.

Y, en lo posible, no trate como opción a quien la trata como prioridad. Ponga el freno de mano a tiempo, antes de que la gente la malinterprete.



3. Alimentarse bien es más barato que enfermarse... y la cerveza es más barata que ir al psicólogo.

Aún tengo que aprender esa lección.



4. Sufrir es más caro que estar tranquilo.

Y, como ya he dicho, no lo cubre la EPS.



5. La mejor forma de tener a alguien pensando en usted NO es ignorar a esa persona mientras se sigue pensando en ella.

Es ocuparse y que la ignorada venga por añadidura ;) Muajajajá...



6. El que no ha visto a Dios, cuando lo ve, se asusta.



7. Ignorar algo no va a hacer que desaparezca... a menos que seas Facebook.

Se llama "Etapa de negación" y la mayoría la sufrimos el 70 % del tiempo (Obviamente ese dato me lo inventé para hacer más "serio" este artículo). 



8. "Tengo 99 problemas y 86 de ellos son escenarios completamente inventados en mi mente por los cuales me estreso sin razón alguna".

En realidad hay menos cosas de qué preocuparme de las que sí existen. De niña me estresaba por el coco, hoy me estreso por la ex del man que me gusta... a la cual, por cierto, jamás he visto... Conclusión: ¡La ex del man que me gusta es el coco!


9. El doble chulo no la va a ayudar.

Cuando necesite estar segura de que la otra persona recibió el mensaje, use Facebook o las notas de voz de Whatsapp. Es preferible saber que la dejan en "visto" o ver que el color del micrófono cambió de gris a azul y no matarse la cabeza pensando si sí se enteraron de lo que usted quiso decir.



10. Si no es rentable, no lo hago. Y si lo quiere rápido, le vale más.

Suena orgulloso, sí. Pero las grandes empresas no se hicieron a punta de regalar el trabajo. Si me gasto más en buses de lo que me voy a ganar, será mejor que sea algo que me apasione demasiado... ¡¿o será que ellos harían algo gratis por mí?!


11. Si no generas recordación tú, así seas la protagonista, se acordarán más de la bruja de la novela.


lunes, 7 de julio de 2014

Gracias, pero no gracias. Señales de que te quiere como amigo.


Redundaré a propósito:

Hay dos tipos de tipos: los que uno besaría (al menos potencialmente) y los que uno no besaría. Simple.


 N

El problema está en que a veces en el diagrama de Venn que uno dibujó mentalmente se tiende a crear una intersección entre el conjunto "S" (de sí) y el conjunto "N" (de Ni por el p*)... y ahí es cuando una mariposa comienza a batir sus alas al otro lado del mundo y se crea un caos propio de la tercera guerra mundial.

Y es que a ver. Uno tiene claro quién va en qué conjunto. ¡El problema es que los tipos no!

Todos juran que van en el conjunto "S". Todos se están convencidos de que son divinos porque tienen la "mayor" evidencia de que lo son: sus mamás se los dijeron. Pero en serio, aparte de los "likes" en Facebook, ¿tienen otra prueba contundente de que esa mujer... ESA MUJER... se siente atraída por ustedes?

¡Ninguna!


Por eso he creado este manual para que los hombres sepan identificar, ojalá a tiempo, si la mujer en cuestión los quiere como amigos. Soy una desgraciada por utilizar esas técnicas, lo sé. Pero créanme, en la mayoría de las ocasiones, los confundidos serán ustedes. Nosotras sonreímos porque somos felices, no porque les estemos coqueteando a toda hora. Así que, sin más preámbulos, siéntanse libres de identificar con cuál de estas infalibles técnicas los han mandado a la zona de amigos alguna vez:

1. La palabra "Marica".

No todas la usamos. A otras simplemente se nos sale... y otras hemos tenido que aprender a usarla. La regla general (salvo muuuuy pocas excepciones) es: Si una mujer se refiere a ti más de tres veces con esa palabra, estás en el conjunto "N". La primera vez quizás se le salió, la segunda se pegó en el dedito chiquito del pie...y a la tercera, tienes tetas.

Por cierto, el hecho de que no use esa palabra contigo, no significa que te puedas incluir directamente en el conjunto "S". Confiadito si no.

2. El comentario casual sobre el novio.
"Y entonces ese programa de televisión le encanta a mi novio".
"¿Y eso qué tiene que ver?"
(Nada, pero tenía que sacarlo por algún ladito. Bienvenido al conjunto "N").

3. Todos los hombres están en el conjunto "N" hasta que se demuestre lo contrario.
A menos que te llames Brad Pitt, James Rodríguez o sepas cocinar. Los que saben cocinar tienen un 30 % más de posibilidades de estar en el conjunto "S".

4. "Eres como un padre para mí".
La peor. Sentencia de muerte.
Si una mujer, cualquier mujer, incluso una que no te guste... dice que eres como un padre (también me la sé con tío) para ella... estás perdido. Cómprate un tiquete a Medellín o a cualquier ciudad en la que sean frecuentes las cirugías plásticas y mándate reconstruir el pene, porque automáticamente te castraron.

5. "Eres muy lindo, pero..."
(La variación es la reconocida "Te quiero como amigo").
Eso solamente significa que está tragada de un tipo que no le para bolas, que ese tipo NO ERES TÚ, que jamás serás TÚ... pero que a ti te puede llamar o mandar alguna bobada al Whatsapp cuando se le dé la gana. Felicitaciones. Estás en la intersección: los únicos besos que conseguirás de ella, serán en la mejilla. Con algo de suerte, podrás salir con ella algunas veces y siempre pagarás la cuenta. Ve ahorrando desde ahora porque, si sigues así, para cuando tengas 40, te verán como un papá.

¿Alguna otra?


PD: Igual, tranquilo. Hagas lo que hagas, nunca serás tan malo como Romeo Santos en esta canción... ¿o sí?

Tienen que verla... es per-ver-sa.



domingo, 26 de mayo de 2013

«Por fregar»


... Y así fue que empezó todo.
«Julián» me cuenta que ahora ya no es tan perro como antes. Ante el ejemplo que utiliza para mostrar la lealtad que tiene con su novia, no puedo disimular un «pfff». Una muchacha le hace la charla en el bus. Insinúa que quiere seguir en contacto y él le da su tarjeta.

Quizás para ese momento el gran logro del día era no haberle caído a la niña... lo cual es, en cierta manera loable. El tipo no podía quedar como un grosero... pero no contaba con la posición femenina.

«¡Y ese mismo día me escribió! O sea, ¿para qué me escribía?»

Traducción: «Está interesada, le gusté y aguantaba (punto para el macho alfa que llevo dentro)... pero es como intensita».

Puede que sí. Nunca lo sabremos.

Pero entonces le devolví la pregunta inmediatamente: «¿Cómo así? ¿Le diste tu teléfono y esperabas que no te contactara?»

En mi lógica, si una persona me da su teléfono, me está autorizando a contactarla... ¿o sino para qué carajos me lo da? ¿por fregar?

Igual, ¿qué podía hacer ella?

Si no lo contactaba en las siguientes 24 horas, lo más lógico es que el tipo se olvidara de su existencia. La entiendo. Me ha pasado... pero, como lo veo, la embarró en dos cosas:


1. No captó la señal de «No me interesas/Tengo pareja». A todos nos ha pasado o conocemos a alguien a quien le ha pasado. Error honesto.

2. Entendió la señal de la tarjeta como un coqueteo por parte del fulano... «Uy, me dio la tarjeta. Quiere que yo piense que es muy importante». 



Lo que ella entendió...


Obvio, conozco a Julián y sé que es muy probable que le entregara la tarjeta con toda la actitud de galán de vereda. Después de todo, la tentación del ego y la necesidad de aprobación de algunos hombres los llevan a comportarse (no es que todos lo sean, sino que se comportan) como unos idiotas para escuchar la vocecita interna que les dice: «Aún puedo levantarme una vieja y sigo joven»... y aplica para los casados, los ennoviados, los solteros y casi cualquier tipo que alguna vez haya sido rechazado por una mujer.

El problema comunicativo de aquellas señales mal interpretadas, al menos desde lo lingüístico, se hubiera podido resolver con una teoría tipo Deborah Tannen... Bastaba un «Si me necesitas para algo de _______ (inserte profesión), me avisas»... o más claro aún: «¿Y tú qué haces? ¿En serio? ¡La prima de la tía de la hermana de mi novia conoce a alguien que hace eso!» o cualquier cosa que traduzca: «No es que no seas linda, no es que sea un desgraciado... es que tengo novia, punto».

Fin de la historia.

¿Por qué no lo hizo?

Ahhhh... ¿pues por qué será?

Y ahí pasamos al otro punto: la eterna diferencia entre hombres y mujeres: ellos prometen llamar y no lo hacen. Nosotras sabemos qué se siente eso.

Todo sería más fácil si en vez de un «te llamo», simplemente cogieran el número, sonrieran y dijeran «vale, chaito». Uno como mujer simplemente pasa la página. ¡PERO NO!
Echar los perros «por fregar» (y si se lo pregunta claro que alguna vez lo he hecho, pero al menos no desde hace algunos años) debería tener cárcel o al menos una multa. Los coqueteos por satisfacer el ego son propios de personas inseguras que necesitan la aprobación de los demás. ¡Es más! ¡Que lo pongan en la urbanidad de Carreño porque va en contra de las buenas maneras y perjudica moralmente a la sociedad! ¡Y que llamen al procurador!

Por cierto, lo de Carreño y el procurador también es por fregar ;) 
Ahora sí en serio: también les pasa a muchos hombres, no sé si por inocencia o porque ven pero no quieren observar (Sí. Es un eufemismo). Las mujeres sensatas que conozco piensan cosas al estilo: «Si te doy al menos cinco minutos de mi atención es porque me caes bien y considero que mereces esa atención»... No van por ahí regalando su tiempo y pensamientos solo «por fregar» para despertar falsas ilusiones en los tipos en que no están interesadas.

Ouch!

Y ya que se tomó la molestia de leer, Hypocrite lecteur, — mon semblable, — mon frère!, responda solo «por fregar»:

¿Desde cuándo se nos volvió la diplomacia una vaga excusa para el ego?


PD: Decidí que la próxima vez que mande hacer tarjetas voy a sacar una edición así:


domingo, 24 de marzo de 2013

Manual para avivar su drama


Aclaremos dos cosas:
1. Me encantan las personas serenas... lo que no soporto es la pasividad excesiva.

Siento que una dosis pequeña de drama es necesaria, de vez en cuando, para poder evolucionar. Si miramos la literatura o el cine, los personajes pasivos casi nunca logran ser recordados. Se requiere ser un extranjero con una carga emocional suprema para que la gente se acuerde de usted cuando se muera o cuando el libro acabe. Si una obra literaria quiere ser grande, el conflicto será necesario. Sin conflicto no hay resolución... y sin resolución no hay historia.

2. No es que me quiera convertir en Carrie Bradshaw (Clari Brad-show), pero tal vez las siguientes lecciones aprendidas le sirvan a alguien para lidiar con su drama. No es evitar el drama, es hacerlo parte de su día a día y no meter a nadie en él. No es sufrir sin sentido cual emo crespo. No. Es reírse de las cosas que le pasan y ver cómo va a hacer para que no le vuelvan a pasar. Sin más preámbulos, le cuento algunas reglas propias que he creado últimamente a partir de lecciones aprendidas. Puede ser que le sirvan a usted, a alguien que conozca o incluso solamente se distraiga un rato... o puede que no le sirvan y haga las propias... cuente con mi apoyo...

Ah... y, cuando las haga, recuerde que también puede romperlas de vez en cuando... ¡Para eso son!

1. La regla del príncipe
Nunca salga con un tipo que a usted no le guste o al que usted potencialmente no besaría. Salga con sapos que le parezcan lindos incluso antes de besarlos. Ojo: no digo que sean bonitos para el resto, sino bonitos para usted... No pierda su tiempo ni le haga perder el tiempo al tipo. Se ahorrará mucho drama, créame.


2. La regla de “El que te quiere, te busca” (o la que te quiere, te busca)
El interés es el interés.
Le pongo un ejemplo: mi amigo Christian está loco por Adriana. Estoy segura de que si ella lo llama a las 11 de la noche y le dice que se vean para tejer ruanitas en croché (o el plan más aburrido que el lector tenga a bien imaginar), el tipo corre.

¿Qué pasaría si fuera Ginna, otra chica linda pero que no es Adriana, la que lo invitara a un concierto de The Rolling Stones feat. Diomedez Díaz (o cualquier otra cosa nunca antes vista que yo pagaría por ver)?

Hay dos posibilidades:
a. El man va, aunque no sale corriendo.

Prenda la señal de alerta si: pone “peros”, prefiere otro plan, no confirma la cita días antes, casi no inicia las conversaciones o no llama y solo envía cosas vía Facebook o chat. Tal vez no está tan interesado como usted cree.
b. El man no va.

Pero... ¿y si es una mujer?
Esto es lo que yo creo, pero de nuevo... ni idea porque cada mujer es un mundo aparte.

Usted la invita a salir. Ella acepta. Fin de la historia.
Uno sabe cuando un hombre está interesado por cómo actúa antes de la cita. Si pierde interés durante o después de la cita, es otra cosa. Pero por lo general, con una mujer funciona al contrario. Ella da las oportunidades para ver si el tipo le gusta. Depende de usted que ella se interese. Si usted de verdad le gusta, no importa que tenga otros tipos detrás, ella le parará bolas. Si usted es bobo, lo más seguro es que corra y haga fila donde ya hay fila... pero así son los tipos. Nada qué hacer.

En el caso del hombre, creeeeo, que depende mucho más de si usted le llama o no la atención. Si de entrada usted no le gusta, posiblemente usted no le gustará al siguiente minuto, ni a la siguiente hora, ni veinte años después. ¡Es más!... posiblemente usted hasta le guste, pero puede haber otra chica que le guste más. Si usted es boba, lo más seguro es que se ponga a ver cómo llama la atención del tipo y haga fila como una idiota detrás de él. Nada qué hacer.



3. La regla de “Soy Claro y estoy conTigo”
A propósito del punto 2, si el tipo no llama, chao. ¿De verdad quiero un tipo que no tiene las agallas para coger el teléfono y llamarme?

En el caso de los tipos: ¿De verdad quieren a alguien que no tenga tiempo para ustedes, los deje hablando solos en el chat o no conteste sus llamadas?

Una mujer con la que tengan que portarse como unos hps, no vale la pena.
De hecho, ningún ser humano.

4. La regla de “Más jajajajaja y menos jejeje”
¿Han notado que cuando uno se rie en chat como “jeje” es que el chiste no le hace tanta gracia? Pues bueno. Desde hace un tiempo simplemente me rio de lo que me pasa y me rio con toda la gana posible. Me rio hasta en mayúsculas. Me rio y me rio hasta que digo que ya no me puede pasar nada peor y que algún día se lo contaré a mis nietos. Si no le gusto, que le dén.
Eso no lo convierte en un mal tipo. Simplemente no le gusto y ya. Lo malo es cuando el tipo intenta darme cuerda... o, peor aún, si yo me doy cuerda solita y sigo insistiendo. Entonces paro y digo: JAJAJAJAJAJAJA a la zona de amigos y que pase el siguiente.

5. La regla del gorila: JU JU JÚ
Cuidado con los micos emocionales. Obvio que no me las sé todas, pero ya estoy entrenando mi radar para saber si me topo con esta especie. Hombres: también aplica para ustedes... Ojo con las micas emocionales... aquellas que no han soltado un palo y ya van a coger el otro. Pilas con aquella persona que no ha acabado de salir de una relación y ya está en otra... una cosa es la diversión y otra la seriedad. En otras palabras, si usted se las da de Tarzán, más le vale que termine con Jane y no con Chita. Está advertido.

6. La regla del “a la mierda el prejuicio social, yo no soy el papa”
Ni salir es casarse, ni proponer una salida es ennoviarse. No creo que esté mal invitar a salir a un tipo ni creo que sea un pecado llamarlo o mandarle un mensaje. Qué pereza que siempre le toque a alguno de los dos ser el de la iniciativa.

7. La regla del “When I saw her standing there”
No soy la más fanática de los Beatles. ¡Es más! Creo que prefiero a los Stones... ¡Es más! Creo que no prefiero a ninguno... (Cuidado papas musicales que me excomulgarán por no idolatrar a ninguno y me harán arder en el infierno)
Lo cierto es que, como decía Manolo Bellón hace unos días: "los Beatles tuvieron que escribir esta canción como cuando tenían 15 o 17 porque ese amor solo se siente así en esa época".

Mi regla es: si no siento mariposas, me ahorro drama a mí y le ahorro falsas ilusiones a él.

8. La regla del "no es no"

Mujeres: si lo va a mandar a la zona de amigos, mándenlo de una y sin más esperanzas. No le diga hoy “no” y la semana siguiente le da caramelo. No sea tan... Después de que usted haga eso, no se queje y pregunte: “¡Ay! pero, ¿por qué se enamoró?”



Hombres: si nos van a mandar a la zona de amigas... la respuesta más inmediata que pasa por la mente de una mujer es: “es porque soy fea... buaaaaa...” y, aunque probablemente así sea, eso implica drama y a ustedes no les gusta el drama. Mi consejo es: o que hagan lo que hizo Zac Effron en 17 again para quitarse de encima a la hermanita (sí, yo soy de las que veo esas películas malas) díganos que están tragados de otra (solo la mandaremos degollar pero nada más) o hagan lo que hizo Mel Gibson en Lo que ellas quieren: díganos que son gays.



9. La regla del Óscar a mejor actriz

Usted puede mostrarle al tipo todo el drama que quiera e incluso parecer bipolar como Jennifer Lawrence en los juegos del destino, si y solo si usted merece ganarse un Óscar a mejor actriz. Si la persona con la que usted está, solo conoce esa fase de usted y la juzga por eso... graves. Ojo con juzgar. A pesar de que parezca que las reglas llevan precisamente a eso, usarlas inadecuadamente, sí puede causar caos. Por ejemplo, si un tipo normal lee esto, posiblemente piense que no quiere salir con alguien que se cree la doctora corazón, ve películas para adolescentes gringos y cree en la astrología. Yo tampoco lo haría. Pero sí saldría con alguien que es alegre, habla de todo un poco y ama la buena comida. Soy ambas... Jamás escribiría sobre la vida privada de mi pareja si no tengo el permiso y también puedo ver películas buenas. Pero si el tipo me juzga y no se gana mi respeto, jamás podrá conocer la parte chévere.

10. Desconfíe de la gente que no come.
No digo de los vegetarianos (ellos sí comen), sino de las anoréxicas. La gente que se priva de placeres sencillos, no es de fiar. Hombres: si invitan a una niña y no come, tampoco se los va a comer a ustedes (al menos con ganas) en el futuro. Mujeres: si el tipo no come, después no se queje porque gasta más en ropa que usted.



viernes, 8 de febrero de 2013

La maldita palabra (Soundtrack edition)


Citándome a mí misma (¿qué tal ese ego? ¿ah?) he de decir: «Definitivamente esta palabra nos cagó la vida a las mujeres: “intensidad”».

«Usted es una intensa», «no haga esto o aquello porque va a parecer intensa», «qué pereza
Fulana, qué vieja tan intensa» y la peor de todas: «¿será que soy muy intensa?».

No digo que no las haya y no digo que así las quieran ellos… solo digo que no hay peor etiqueta que la autoimpuesta o que aquella que nos niega algún derecho.

¿Y qué derecho me quita el que me digan intensa?
Ninguno.
Ninguno, sí y solo sí no creo que lo sea.
Si me dejara convencer de que lo soy, yo misma estaría feliz con que me traten como quieran o con que creyeran de mí incluso aquello que no soy.

Señores: nos hemos cagado la vida con esa maldita palabra.




Pero si hay algo peor que le digan a uno que es intenso, es que le digan que está desesperado.
¿Desesperada por qué? ¿Por querer algo bueno para mí y quererlo ya?

(Inserte aquí risas mentales de programa de televisión de los 90).

¿Acaso no quieren todos los humanos ser felices y, ojalá, en el menor tiempo posible?

¿Quién dijo que hay un tiempo para empezar a que uno tome las riendas de su vida y que ese
tiempo vendrá solo cuando los planetas y el universo se confabulen? ¿Quién carajos dijo que
matrimonio y mortaja del cielo baja? ¿Quién mierdas se me cagó la vida haciéndome creer
que si saludo a un tipo en el Facebook no estoy dejando «fluir» las cosas o soy una intensa de
mierda?

¿Quién mierdas me va a decir a mí que no puedo decir las putas groserías que quiero decir
porque eso me quita eso que llamamos «femineidad»?

Entonces ahora resulta que soy «menos mujer» para alguien porque digo groserías, inicio las
conversaciones, escribo pendejadas en mi blog y no me tomo fotos pelando teta.

«Por eso es que no la llaman».

Pues si es así, entonces que ni me llamen… a la mierda los tipos que buscan a la tonta. Esos
no se merecen ni mi saludo ni mi respeto. A la mierda los tipos que lo mandan a uno a la
zona de amigos [Oh, oh I want some more]… ¿Qué se creen? ¿se les olvidó acaso que uno viene al mundo con los polvos contados? ¡Ja! Pues ni que fueran muy bonitos.

Suficiente tengo con mis propios prejuicios de lo que debo y no debo hacer… Suficiente tengo
con mi voz interior diciéndome todo lo que DEBO y NO DEBO hacer para agradarle a alguien,
como para que ahora vengan unas cacatúas a decirme que soy una intensa, que nadie me va a querer, que no puedo y un montón de pamplinadas más.

Les tengo noticias: soy una chimba. Se han tragado de mí tipos de todos los estratos, me han
mandado a la zona de amigos tipos de todos los estratos, me han querido tipos con mente
y hermoso corazón y he querido a esos tipos con mi mente y con mi pendejo corazón de
groserías. No me las sé todas en el amor y tampoco espero llegar a sabérmelas porque toda
la gracia se perdería. He leído libros de superación (claro que no he llegado hasta Coelho porque ahí sí me suicido), he buscado la respuesta en los gurús, me he hecho la carta astral de veinte maneras diferentes incluyendo sinastrías y revoluciones solares… creo en mil cosas que nadie entendería… pero sigo convencida de que valgo la hijueputa pena de que luchen por mí.

Aun así SOY una chimba. Que me desanime, jueputa… ¿quién no?... Que me nieguen el trabajo de la vida porque alguien lea estas pendejadas y me juzgue... pues muy mal. Que alguien no se tome el trabajo de conocerme y me juzgue sin saber cuál es mi caricatura favorita, pues muy mal… Pero la cagada no es mía y tampoco puedo llamar la atención más de lo debido para que me pongan cuidado: ESO sí sería ser intensa. Saludar a un tipo y preguntarle cómo está no es ser intensa, es saludar y ya. No lo estoy amarrando y llevándolo atado hacia el altar, le estoy diciendo «hola». No me crea tan pendeja, en serio.

Hoy, después de 25 (ya casi 26) años de decirme mentiras, acepté sin hipocresía y con todo
respeto hacia mí misma dos cosas:

1. Me he mentido desde que tengo uso de razón (y ya les digo porqué) y
2. Los tipos han superado sus frustraciones amorosas con el fútbol y otros deportes.

El tipo que lideraba la conferencia (por la que estoy escribiendo esto) decía hoy:
«No siempre aceptamos nuestro deseo más profundo porque sabemos que, si los demás lo
vieran, nos daría mucha pena».

El ejemplo que daba es muy sencillo: un hombre que secretamente quiere una mujer que le
lave la ropa buscará siempre una mujer que le lave la ropa. Punto. Es que es muy bonita, ah sí.
Es que es muy amable, ah sí. Es inteligente, ah sí… pero no lava ni una camisa… no me gusta y punto.

Si hay cosas sobre las que no se negocia, esos son nuestros deseos más profundos.

(Ah sí. Si yo quisiera alguien que me lavara la camisa, tampoco se los diría).

¿Pero saben qué? De pura chévere les voy a revelar mi más oscuro deseo porque sigo
pensando que me queda casi nada por perder:

Mi yo superficial desea un cómplice con el cual sorprenderme y reírme, que tire rico y que me
suba el ego lo suficiente como para sentir que tiene el suficiente interés en mí.

Siempre creí que lo que quería era un tipo para aportarle cosas y que me aportara…
pamplinadas… al menos creo que estoy dando el primer paso para reconocer que por ahí no
va la cosa. Siempre pensé que quería un man inteligente, un man juicioso, trabajador, chusco,
jodido (que me retara al menos intelectualmente, tanto como para hacerme cantar esta canción)…

(Aquí va una parte editada que solo conocen algunos amigos cercanos dignos de mi confianza).

Y aquí vamos para el punto número dos:
¿Por qué me rindo tan fácilmente yo pero no es socialmente aceptado que un tipo se rinda?
No lo sé con certeza, pero sí tengo una teoría: el fútbol.

Si su equipo ganó, pues ellos celebran.
Si su equipo perdió, cagada pero la vida sigue y ya vendrá un nuevo partido.

Clara no. Ella llora sobre la leche derramada porque este es solo un juego… pero la liga es
mayor.

O a los que les gusta el tennis: pueden pasar horas enteras viendo un partido que para otros
pareciera no acabar. ESE es el gusto, el juego en sí. El marcador va por añadidura. Pausa para llorar sobre la leche derramada con esta otra canción y pensar en las causalidades en vez de en las casualidades.

A mí ya me está entrando la pereza por jugar. De hecho, la pereza por «hacerme» la difícil me
entró como por alláááá en el 2005… y fue cuando decidí que bastaba con NO SER fácil. Así fue como me di cuenta de que con el jueguito no se logra nada, porque siempre se está esperando anotar. Cuando uno decide amar de verdad, se quita las máscaras y apuesta porque sabe que gana por punta y punta: o bien consigue ser correspondido, o aprende una lección de valentía.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Hombres...


No nos digamos mentiras. Toda mujer tiene al menos tres tipos que pertenecen a esta lista y todas tenemos nuestra clasificación. Que coincida o no, eso es distinto... pero vamos a darle un empujoncito a los inocentes criaturos que poco conocen la mente femenina... a ver si dan en qué categoría los han clasificado las zungas esas.

PD: Si alguno de los implicados lee esto, espero que me conozca lo suficientemente bien como para no armar una tormenta en un vaso de agua ;)

1. Brad Pitt (fuera de concurso).
Nunca estarás a su nivel. Inspira belleza, pasión, sexo y su sonrisa derrite. Definitivamente no eres ese. Aunque si estás leyendo esto Brad, podemos quedar para un café un día de estos (guiño, guiño).


2. El papá de mis hijos.
Sexy, caballeroso, inteligente, interesante... gay.


3. El amor de mi vida.
Caballeroso, inteligente, buen conversador... casado o con novia.


4. El novio que le presento a mi mamá.
Respetuoso, lindo, hace cuanto arreglo y favor se le pide en la casa, no es taaaan sexy, pero lo logra y se le hace porque es lindo y buen catre.


5. El novio que NO le presento a mi mamá.
Tiene cero temas de conversación. Su educación es mínima. Sus modales primarios. Tiende a ser feo, pero también se le hace porque no hay nada mejor que un placer culposo.


6. El tipo con el que coqueteo, pero que ni me mira (El Arias).
¿Necesita una explicación? Nunca vamos a tener nada pero igual lo voy a seguir mirando porque sí. Por lo general es un feo con labia. De vez en cuando me invita a algo, pero nunca puedo ir. Cuando sí puedo ir, el tipo está con novia.


7. El otro tipo con el que coqueteo es mutuo, pero con el cual no tengo nada.
Tampoco vamos a tener nada porque tiene todos los defectos de los anteriores y, sumado a eso, no se decide a invitarme a salir. También es feo con labia (incluso puede que tenga hasta buen humor) pero siempre esperará a que yo dé el primer paso: toma tu boletica y ve al final de la fila.


8. El tipo que me cae, pero al que nunca le haría.
Otro que, tras de feo, bruto, cero chistoso, cobarde, aburrido y todo lo demás, tiene como plan principal invitarme a misa de 7 un domingo.


9. El tinieblo que nunca conocerá a mis amigas.
Y no las conocerá por dos razones:
Primera: o me lo van a criticar demasiado (por feo, idiota, chiste flojo, vaciado) o
Segunda: se pueden quedar con él y ahí sí paila.


10. El mejor amigo (El Miguel).
Nunca hablamos, pero cuando hablamos duramos echando chisme hooooooras enteras. Me llama cuando necesita favores. Lo llamo cuando necesito compañía y los otros 10 anteriores no me paran bolas. Me comenta una que otra foto o estado en Facebook. Nunca comento nada de él. Lleva en ese estado 11 años y jamás saldrá de ahí. En medio de todo, lo adoro y me adora, razón por la cual nunca tendremos nada.


11. El amigo.
Ah sí... ah sí... bla. Un amigo. (Es feeeeeeeeo. No le haría ni con una bolsa de pan en la cara).


12. El conocido.
¡Fulanito! claro que me acuerdo de él. El de... sí, sí... ¿trabajamos juntos? ¡Ay sí! Perdón... sí, sí.


13. El «ah sí, tú».
¿Quién? (Si fuera lindo, lo recordaría).


14. El completo desconocido.
¿Hay que explicar?


15. El ex que me botó.
Es el que toda mujer odia... pero por dentro quisiera que volviera. Obviamente está por algo en el puesto 15.


16. El ex del que no quiero saber nada.
Un completo hp al que boté yo muajajajá.

martes, 24 de julio de 2012

Todas tenemos un Miguel



No siempre se llama Miguel. El nombre es lo de menos. Hoy es un Pablo, mañana un Juan Manuel. Se mimetiza, cambia de lugar en nuestra mente femenina, pero todas tenemos un Miguel.


El mio se llamaba Daniel.
Para efectos del cuento, se llamaba Daniel.


Daniel era mi parcero. Cuando lo conocí puedo, con toda certeza, decir que lo que sentí se parecía más bien a mi temprano miedo a que me gustaran los feos, que a la sensación de estar enamorada.


Pronto el patito feo se convirtió en cisne. Bueno, ni tan pronto. En realidad me tomó varios años entender que a mi siempre me había gustado ese patito feo y que, por mis caprichos jamás lo conseguí.


Luego, me tomó un par de añitos comprender que habían más feos de los que podía enamorarme y que, para mi fortuna, podrían quererme.


Solo hasta hace más o menos dos años, y espero no equivocarme con las cuentas, hice las pases con la imagen de hombre que tenía de Daniel y la volví lo que realmente es y siempre ha sido: un buen amigo.


Y es que en eso todas tenemos PhD: en volver amigos a los hombres.


Como mi amiga Elizabeth...que entre otras cosas tampoco se llama así, pero que también tiene un Miguel.


A diferencia de mi Miguel, el Miguel de Liz, sí tuvo cuento con ella.


Pero ella, como yo, lo dejó ir.
Ella, como yo, entendió que Miguel siempre estaría allí. Para bien o para mal, los Miguel nunca se alejan. Siempre están allí. Uno puede liberarlos de su karma cien mil veces...y ellos jamás se irán. Eso es lo que los Miguel saben hacer mejor: quedarse.


Y es que en realidad nunca importó si Liz le prometió que serían novios solo si él le caía a otra niña. Por loco que suene, Miguel lo hizo para estar con ella. Un Miguel jamás se va. Un Miguel siempre está ahí, incluso si nunca se coincide en periodos de soltería y noviazgo con él. Ese Miguel, volvió dos años después de terminar con Eva, la chica por la que nunca sintió nada pero con la cual tuvo un largo romance por culpa de Liz.


¿Enredado?
Es cierto. La vida se parece al cerebro femenino.
Incierto y enredado.


Ahora bien. Todas tenemos un Arias.
Si Miguel es el tipo que se vuelve tu amigo eterno, Arias es el tipo que nunca volviste tu amigo porque nunca pudiste tener nada con él. A diferencia de un Miguel, no existe "un" Arias como tal. Existen muchos. Miguel siempre será uno. Arias hay más de dos.


Arias es el tipo delicioso que se hace en la máquina de al lado cuando vas al gimnasio, te habla, incluso puede llegar a coquetearte, pero tiene novia. En el peor de los casos, Arias te invita a que vayas a alguna actividad con él...a ver su banda de rock, a ir a una fiesta en su casa, a que leas su última entrada del blog en el que escribe (y el desgraciado fijo escribe bien)...Maldito Arias. Sí que he tenido Arias. He tenido Arias aquí y allá...con ninguno de mis Arias ha pasado nada...mi "moral cula" no me deja. Mentiras, la moral nunca es cula...pero todo el mundo sabe que no es sano salir con los Arias...es mejor que uno los tenga en ese pedestal mental en el que los puso y los deje ahí. Los Arias están hechos para otras. Los Miguel, en cambio, de amigos o lo que sea, solo viven para ti.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Nota mental

Ayer sacudí un poco mi caja de Pandora. Es increíble que los años pasen y aún tenga preguntas y porqués.



No lo nieguen. Ustedes ahí frente saben perfectamente a qué tipo de preguntas me estoy refiriendo. Es inevitable retroceder en el tiempo, mentalmente al menos, y no tratar de buscarle una explicación lógica a ciertas circunstancias.



Es obvio que no he buscado a los tres personajes a los que quisiera hacerles las preguntas que nunca les haré...cada uno seguirá su vida y yo seguiré la mía, porque, aunque lo parezca, no soy la loca que no puede superar las cosas, sino que como todos los humanos, me dan ganas de abrir la cajita y sacar los monstruos de vez en cuando.

Por ahora, me conformaré con recordar la llamada "prueba de fuego" y esta entrada de hace marras en el blog de AleF.


lunes, 16 de agosto de 2010

Selva de rubor: la versión colombiana de Lipstick jungle

Si Jennifer Aniston, Lina Marulanda y otras mujeres con belleza tienen, tuvieron o han tenido poco éxito en el área del corazón, uno que es normalón pues ¿de qué podría quejarse?

Hace pocos días una amiga acudió a mi por mis sabios consejos y la experiencia de décadas enteras en materia sentimental. 

No. No es cierto. Solo lo digo para darme moral...pero shhh. El caso es que hicimos lo que normalmente hacemos las mujeres: hablar. Hablamos de esto y lo otro y, por supuesto, el tema infaltable surgió de repente: los tios.

"¡Es el colmo!"- me dijo- "Lucio quiere tener todo bajo control, es como si yo tuviera que hacer todo lo que él quiere, y cuando se trata de mi, entonces no puedo pedirle nada".

Lo cierto es que en el momento tomé una libreta y mientras me contaba su historia, iba anotando lo que pensaba para no interrumpirla y que quedara constancia de mis consejos.

Los consejos entre amigas por lo general se olvidan fácilmente. Se olvidan, no sólo porque sean fáciles de olvidar, sino porque las mujeres poseemos ese sistema de alarma que nos indica que todas las demás son enemigas. Todas las demás nos quieren ver más gordas, más feas, más pobres, más mal vestidas y más solas. Pero no es necesariamente así. Es solo el sistema de emergencia.

Así que, continuando con la historia, la escuché. 

-"¡Clara es que es el colmo! ¡Quiere controlar mi dinero! La otra vez compré este par de brillos para labios y me dijo que por qué me gastaba la plata así, que yo por qué era tan desconsiderada". 

Después de que me dijo el precio de los brillos -que por cierto era bastante elevado- comprendí por qué el tio estaba colérico.

-"¡Pero es que me duran ocho meses!"

- "Si, Judy. Eso lo sabemos tú y yo. Pero él no lo entiende. No entiende muchas cosas. No entiende que en realidad sí estabas pensando en la economía, porque durante ocho meses no vas a tener que comprar más. Tampoco entiende que la belleza es importante para nosotras las mujeres, no porque así lo queramos, sino que es por lo que la mayoría de veces somos juzgadas -y no porque así lo queramos. Mucho menos entiende que siendo tu dinero, no tiene derecho a hacer comentarios sobre lo que hagas o no con él. No porque sea malo, sino porque asume que son pareja y que es una sociedad. El problema es que la delgada línea que separa lo individual de lo colectivo no es respetada si se trata de ti, y, en cambio, si él comprara un balón de fútbol de trescientos mil pesos, tú no sabrías la diferencia entre haber comprado una pelota de caucho de diez mil, incluso si él lo presentara como una ganga porque ya no tiene que comprar balones por el resto de su vida".

A pesar de que he defendido a Lucio en cuanto a su ignorancia total para distinguir entre un brillo labial de calidad y otro sencillo, también él ha cruzado el límite en otras -muchas- ocasiones. Las reglas que hace, son todas para Judy y cuando ella intenta aplicarselas a él, niega su existencia. 

Para la muestra, un resúmen corto de las últimas semanas: 
-"Clara, me dijo que antes de conocerme yo andaba de farra en farra y que ahora no me quedo ni en su casa. En resúmen, me dejó por juiciosa"

Claro. Lucio no es un santo. Recuerdo una vez en la que ella descubrió que había andado con una chica antes que ella. Le dije: "El pasado de la gente no se juzga" así que ella volvió con él porque entendió que se había equivocado. Ahora, él la deja por su pasado, incluso si ha cambiado para bien.

¿Qué aprendimos? 
Muchas cosas.

Primero, que nadie nace aprendido. Segundo, que Clara da consejos basados en la lógica, pero la lógica es difícil de aplicar al amor y, tercero, que una relación requiere de reciprocidad, de entender las razones de actuar del otro.  El equilibrio es fundamental. 

Así que la próxima vez que la boten recuerde que hasta a la mujer más mamacita tuvo un rompimiento. No culpe a su belleza y mucho menos a su labial.


miércoles, 12 de mayo de 2010

Y ahora van a decir que se les olvidó: o la historia de Bellota

Empecemos con esto:

Primero fue ella.
Irreemplazable.
Era Ella. Ella. Solo Ella y nada más que Ella.

Hasta que el señor se cansó de comer a la carta todos los días y le dio por ir a probar fritanga.

Y ahora, después de que la fritanga le pareció demasiado para comer toooodos los días, le dio por volver al restaurante donde no solo le sale barato, sino que además le dan refill de jugo, peguita cuando quiere y le enciman postre.

¡Pero hombre! Ahora tras de que hace marras que no viene, llega pidiendo rebaja y diciendo que si le fian. ¡No hay derecho!

¡Ahora van a decir los hombres que se les olvidó lo que hay que hacer para rogarle a una mujer!

Entonces vamos a ver, hagamos un pequeño recorderis:

Paso 1: Sin lagrimas ni mocos ni pataletas.
Paso 2: Si me invitas a hablar, es a hablar, no a discutir.
Paso 3: Si me invitas a hablar, es a hablar, no a oirte hablar por teléfono con tu nueva novia.
Paso 4: Cuando la dejes, puedes pronunciar la palabra "volver", antes no.
Paso 5: Si te crees Tarzán y no puedes agarrar una liana sin soltar la otra, solo me estás demostrando que no vales la pena pedazo de nada
Paso 6: Nunca me ruegues.
Paso 7: Nuuuuunca me ruegues.
Paso 8: Nunca jamás en tu cochina vida me ruegues. Eso solo hará que yo te vea como un ser sin dignidad.
Paso 9: Omite los pasos 6 al 9 y pideme un poquito de cacao, pero con hechos, no con palabras.
Paso 10: No hagas los pasos del 1 al 10 sin antes haber demostrado con hechos que te interesa volver.

Por favor, este es el siglo XXI, los cachos están mandados a recoger. Uno está con quien A UNO se le da la gana y punto. No me vengan con eso de "yo no puedo dejarla, pero quiero estar contigo" NO ME CREAN TAN...

y ahora, un clip para ke miren sobre toooodo el final


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