lunes, 2 de julio de 2012

El trágico Hamlet


Bendetti es taaaan del canon.
Benedetti es tan Benedetti que uno se pregunta si no lo ha leído ya.
¡Es más! Se pregunta si no fue uno mismo el que escribió todas y cada una de sus palabras.
Trágico Benedetti.

Benedetti es tan «clichesudo» que uno no puede evitar dedicarle poemas de Benedetti al primer amor. Yo, por ejemplo, recuerdo que el primer poema de Benedetti que dediqué, se lo dediqué al hombre que más amo y amaré en esta existencia por siempre jamás: mi padre.

Me acuerdo que era pequeña aún, pero tenía letra bonita. Y entonces...me demoré firmando una tarjeta escrita en letras vinotinto que comenzaba con un «Compañera» y que me pareció jocoso, pero al que solo le hubiese cambiado la «a». Jocoso...para una niña de esa edad...lo leí todo y luego lo firmé. Me gané un regaño por demorarme escribiendole cosas a mi padre, que me esperaba abajo ya listo para salir.

Cuando leyó la tarjeta, no tuvo más remedio que retractarse pues entendió el motivo de mi demora. Ese día aprendí que Benedetti tenía el poder de cambiar al mundo...y de explicar, quizá mejor que yo, lo que yo misma sentía.

Y luego, uno crece, uno se enamora, uno tropieza, uno olvida.

Uno crece, uno olvida.

Uno crece y ya no dedica más poemas.

Uno crece y ya no hay más «Táctica y estrategia»...ya no hay más «Once»...

Un momento ¿uno crece?

Toda la vida la dicta Benedetti. Toda la vida la escribe Benedetti. Una y otra vez.

Muerto o vivo. Benedetti la sigue escribiendo. Solo ese hombre podría llamarse Hamlet.

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