martes, 24 de julio de 2012

Todas tenemos un Miguel



No siempre se llama Miguel. El nombre es lo de menos. Hoy es un Pablo, mañana un Juan Manuel. Se mimetiza, cambia de lugar en nuestra mente femenina, pero todas tenemos un Miguel.


El mio se llamaba Daniel.
Para efectos del cuento, se llamaba Daniel.


Daniel era mi parcero. Cuando lo conocí puedo, con toda certeza, decir que lo que sentí se parecía más bien a mi temprano miedo a que me gustaran los feos, que a la sensación de estar enamorada.


Pronto el patito feo se convirtió en cisne. Bueno, ni tan pronto. En realidad me tomó varios años entender que a mi siempre me había gustado ese patito feo y que, por mis caprichos jamás lo conseguí.


Luego, me tomó un par de añitos comprender que habían más feos de los que podía enamorarme y que, para mi fortuna, podrían quererme.


Solo hasta hace más o menos dos años, y espero no equivocarme con las cuentas, hice las pases con la imagen de hombre que tenía de Daniel y la volví lo que realmente es y siempre ha sido: un buen amigo.


Y es que en eso todas tenemos PhD: en volver amigos a los hombres.


Como mi amiga Elizabeth...que entre otras cosas tampoco se llama así, pero que también tiene un Miguel.


A diferencia de mi Miguel, el Miguel de Liz, sí tuvo cuento con ella.


Pero ella, como yo, lo dejó ir.
Ella, como yo, entendió que Miguel siempre estaría allí. Para bien o para mal, los Miguel nunca se alejan. Siempre están allí. Uno puede liberarlos de su karma cien mil veces...y ellos jamás se irán. Eso es lo que los Miguel saben hacer mejor: quedarse.


Y es que en realidad nunca importó si Liz le prometió que serían novios solo si él le caía a otra niña. Por loco que suene, Miguel lo hizo para estar con ella. Un Miguel jamás se va. Un Miguel siempre está ahí, incluso si nunca se coincide en periodos de soltería y noviazgo con él. Ese Miguel, volvió dos años después de terminar con Eva, la chica por la que nunca sintió nada pero con la cual tuvo un largo romance por culpa de Liz.


¿Enredado?
Es cierto. La vida se parece al cerebro femenino.
Incierto y enredado.


Ahora bien. Todas tenemos un Arias.
Si Miguel es el tipo que se vuelve tu amigo eterno, Arias es el tipo que nunca volviste tu amigo porque nunca pudiste tener nada con él. A diferencia de un Miguel, no existe "un" Arias como tal. Existen muchos. Miguel siempre será uno. Arias hay más de dos.


Arias es el tipo delicioso que se hace en la máquina de al lado cuando vas al gimnasio, te habla, incluso puede llegar a coquetearte, pero tiene novia. En el peor de los casos, Arias te invita a que vayas a alguna actividad con él...a ver su banda de rock, a ir a una fiesta en su casa, a que leas su última entrada del blog en el que escribe (y el desgraciado fijo escribe bien)...Maldito Arias. Sí que he tenido Arias. He tenido Arias aquí y allá...con ninguno de mis Arias ha pasado nada...mi "moral cula" no me deja. Mentiras, la moral nunca es cula...pero todo el mundo sabe que no es sano salir con los Arias...es mejor que uno los tenga en ese pedestal mental en el que los puso y los deje ahí. Los Arias están hechos para otras. Los Miguel, en cambio, de amigos o lo que sea, solo viven para ti.

1 comentario:

Angel Aldana dijo...

hahaha Claro como clara clara como el agua. Lo he disfrutado muchísimo. Uno se pone a pensar si es un migue o un arias, creo q soy una mezcla de los dos. COn la cabeza en la foto soy un Miguel, sin ella un arias!!! hahaha. Gracias clara por la frescura y certerisima de tus post.
Belleza y talento, Lo que algunos adoramos!

Planes gratis en Bogotá