domingo, 28 de octubre de 2012

Ni fu, ni fa






Definitivamente hay hombres que ni fu, ni fa.
Y otros que solamente dicen: «fufa».




Ganas inmensas de correr. Ganas. Ganas de ir al mar. Mejor aún: ganas de correr hasta llegar al mar. Ganas de salir del mar y beber agua. Tiempo de reconexión.



Hubo un tiempo en el que me hablaba y no me respondía. Arena. Desierto. Sol extremo. Sudor. Necesito mucho aire... pero sobretodo me necesito a mí, que soy mi propia agua.

Hoy es indispensable reírse de lo simple, correr hasta la esquina, bailar sin música, sacar a pasear a mi locura al parque, subirla a la montaña rusa, llorar un poco, bailar más, cantar canciones a grito herido, sentir el dolor ajeno, sentir el propio, tener un deja vù, bailar más, ir en el bus y hacerle caras al que está en la calle, susurrar al oído...


Y es que a veces me estanco, me concentro, nado hasta el fondo de la fosa. Y bajo, para saber que allí no hay nada. Sé. Aunque sé que saber es siempre tan pretencioso... pero sé. Sé que no hay nada allí. Yo lo sé. Sé que paré un momento en una isla para tomar el sol y descansar... y sé que no necesito tierra. Hay mucha tierra en mí.

No necesito números, no necesito repasar la fórmula de la felicidad. No necesito de constantes. Quiero reconectarme con la esencia creadora. Sé que en el fondo por eso es que todo se dio así. 

Agua.
Necesito agua.
Necesito empaparme de belleza.
Necesito pararme en la línea que separa los peces de los pájaros.




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