lunes, 15 de julio de 2013

La distancia

«Como esa vez que me enamoré perdidamente de un ilustrador portugués o esa vez que nunca tuve nada con él porque escogí vivir en el silencio».

Extractos del diario mental




De repente me paro en una esquina a pensar y lo veo. Luego camino siguiendo un ritmo absurdo que dicta mi conciencia. Hay destellos regados por el mundo de todos mis fantasmas. Todos van como almas en pena, todos. La lista es larga... y es a la vez tan corta. Es mejor creer que en realidad son muchos para vivir en un eterno caleidoscopio de amores. La verdad es que no alcanzan a contarse con los dedos de la mano... porque todos se repiten... y con ninguno pasa nada. Son de cera maciza. Están hechos para ser recordados y si no fuera porque todos se ríen de las mismas cosas y van a los mismos lugares y aman las mismas cosas... ya los habría olvidado.

Pondré en mi lista de tareas una nota que diga: «Favor tomar distancia de los amores caleidoscópicos»

¿Por qué sigo atrayéndolos? ¿Por qué nacen espejos de los espejos y sombras de las sombras?

¿No es suficiente acaso sobrevivir en una época bastarda en la que la gente ya no se ama, ya no se manda cartas... el siglo del «ya no»?

Los fantasmas no me pesan, se han hecho cada vez más ligeros y transparentes. Tal vez lo que sí extraño es estar llevada. Tal vez quisiera volver a tener la jovialidad de aquellos años en que podíamos hacer locuras por amor. No recuerdo cuándo fue la última vez que de verdad alguien fue creativo y pensó en alguna forma distinta de quererme. No sé si fue cuando el Fulano intentó tocar una canción de Soda o de Coldplay... ya no lo recuerdo. No sé si fue cuando el Mengano pidió rebaja en una tienda diciéndole a la chica del turno que yo era su novia (aunque no eramos nada) y que deseaba comprarme ese vestido. O tal vez cuando Chris le pidió mi teléfono a nuestra amiga en común durante una semana para ver si podía invitarme a salir. Se ha perdido un poco de la magia. No sé si es porque voy buscando tal vez entre los restos y los huesos las hojas muertas de los amores que nunca fueron o de los que fueron y ya no serán. Tal vez. Tal vez es que me he acostumbrado a una vida plana para sentir que cualquier cosa puede ser aventura. Si no nos pasa nada, ir a la tienda se vuelve una aventura. Escritos perdedores y este. Vana. La vida no puede ser más vana. Me la paso evadiendo las miradas de los extraños... poniendo una barrera hecha de miedos y evasiones. ¿Y quién no? ¿No estamos todos un poco locos? ¿No somos todos producto del sueño de algún loco poeta?

La vida se escapó por la ventana y cerró la puerta. 

¿En qué momento me dejó encerrada con este arrume de recuerdos, de distancias, de gente con afanes, de caos y de números que no puedo contar?

Y uno piensa que alguien en el exterior tiene que abrir la puerta. No. La puerta se abre desde adentro. Solo que a veces es más fácil dejarla con candado.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Quién de nosotros no se ha emocionado con los grandes amores del cine. Donde todo pasa, todo vale y todo es perfectamente trágico y romántico. Siempre he soñado con un momento donde alguien haga algo por mi y me deje sin palabras.

Unknown dijo...

Quién de nosotros no se ha emocionado con los grandes amores del cine. Donde todo pasa, todo vale y todo es perfectamente trágico y romántico. Siempre he soñado con un momento donde alguien haga algo por mi y me deje sin palabras.

David dijo...

Creo que el hecho de ir al cine es entrar a un mundo donde todo puede ocurrir. Son muchos los sentimientos que se nos generan y esta bueno disfrutar de ellos. Recuerdo que una vez había comprado pasajes a mendoza y en el vuelo vi una de las mejores películas que mas emoción me causo

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